Noticias | enero 20, 2020

La perspectiva de género no se enseña ni se aprende


La perspectiva de género es un estadío del desarrollo moral de las sociedades, es un alcance histórico que habitan algunas personas, nunca las mayorías al menos hasta el momento.

Claro está que es importante la tarea de incidencia, de creación de espacios de trabajo dónde proponer las miradas que se desprenden de la Teoría de Género para comprender, analizar e intervenir un conjunto muy complejo de fenomenologías sociales y políticas de las que se desprenden hechos horrorosos que nos caracterizan por la pérdida de nuestra más pura humanidad.

Sin embargo, esa humanidad, ese conglomerado de normas internas con las que hemos crecido culturalmente como sociedades, para no depredarnos, para asegurar nuestra supervivencia, ya no son reglas o costumbres o respuestas automáticas que regulen las relaciones humanas: hoy parecen ser apenas un buen recuerdo de otros tiempos en los que las pedagogías de la crueldad, sin las TIC (tecnologías de la información y la comunicación) tenían un alcance más acotado.

Hoy ante el crecimiento descomunal de los femicidios/transfemicidios y de la crueldad que se expresa en estos hechos, pone en evidencia que la misión de espectacularizar los crímenes: en un tiempo prendiendo fuego mujeres, en otro arrojando cuerpos a la basura, en otro triangulando las violencias sobre sus hijxs o personas de su entorno afectivo, y hoy por ejemplo, matándolas delante de sus hijxs u otras personas jóvenes (vulnerables sobre todo por sus condiciones de desarrollo) muestran que las pedagogías de la crueldad de las que tanto habló Rita Segato hace ya algunos años, con la fuerza de las TIC se han vuelto mucho más eficientes y de mayor alcance.

No es poco importante que un gobierno como el actual dimensione como uno de los ejes centrales la política de Género en su agenda, que de allí se desprenda la Ley Micaela, y que de repente en todas partes empiecen a aparecer direcciones de género y diversidad sexual.

Lo es.
Son hechos que hablan de un nuevo estadio moral en una parte de las sociedades, y con ello no estoy diciendo que ese alcance habite en lxs funcionarixs o representantes de gobierno.

En absoluto.
Es claro que existe «un negocio político» con las cuestiones de Género y Diversidades, es una realidad con la que hay que aprender a convivir hasta que la evolución moral llegue más lejos, se profundice y no requiera de políticas públicas especiales porque en el mundo alcanzará con ser persona para que nuestros derechos sean respetados y respetables.

La perspectiva de género no se enseña ni se aprende, y algo más, no se compra ni se vende.

Y usted me preguntará si acaso después de tantos años de trabajo en esta travesía de amor y justicia no me alegra que, por ejemplo, en mi municipio se den talleres de formación en perspectiva de género para funcionarixs municipales?

Claro que sí!
Cómo no me va a alegrar!

Sin embargo la experiencia de trabajo que no es vaga ni zonza enseña que hay cosas que no se pueden enseñar.

Quién se ponga al frente de un grupo humano pretendiendo «enseñar, formar, capacitar» sobre cuestiones de Género y Diversidades sexuales se chocará de inmediato con el paradigma político y moral de sus expectadorxs, y lxs educandxs? se chocarán con exigencias que están por fuera del radar de sus preocupaciones.

Y no lo digo por pesimista, lo digo porque hace más de diez años transito junto a la ONG que fundé, esta experiencia.

Quien quiera vender capacitaciones, venderá como mucho horas de su tiempo de trabajo, y quien quiera comprar perspectiva de género, sólo se llevará un manojo de cuestionamientos que harán chispazos con sus creencias y posicionamientos.

Por qué digo esto?
Por varias razones:
Primero porque hago un culto de mi honestidad intelectual y de decir lo que pienso.

Después porque no me gusta ver a mis congéneres y a las personas del mundo de las diversidades tratadas como fenómenos que encima dan margen para negocios políticos y económicos.

Y por último porque cuando les funcionaries que hagan los talleres devenidos de la Ley Micaela salgan a blandir sus papelitos certificantes se sentirán con la autoridad y la legitimidad de tomar decisiones que dudo mucho sean las mejores: porque como ya he dicho, la perspectiva de género no se aprende es un estadío moral que se alcanza por razones históricas, políticas y profundamente humanas.

En este sentido quiero dejar claro cuál es mi aporte al respecto del problema que planteo.

Creo que debemos dejar de hablar de talleres, de capacitaciones, de enseñar y de aprender, de comprar y de vender.

Estoy convencida de que deberíamos proponer espacios de debate y construcción de acuerdos.

Nuevos acuerdos morales y políticos.

Nuevos acuerdos éticos.

Debemos, a instancias de la Ley Micaela, debatir los nuevos acuerdos éticos y morales sobre los que crearemos las políticas y las normas sociales para recuperar nada más y nada menos que nuestra Humanidad, nuestra Empatía, nuestra capacidad de Aceptación de la Diversidad, nuestro elemental ejercicio del Amor Político desde dónde regular y autocensurar percepciones ególatras, magnánimas, asociadas a alguna idea de superioridad moral que terminen justificando asimetrías de poder entre las personas y demás seres que viven en este planeta.

Estoy persuadida por la experiencia de trabajo que no existe otro modo de expandir este estado de evolución moral que no sea el vivir en asamblea permanente por los derechos humanos.

Y vivir en asamblea permanente les puedo asegurar que no se lleva ni con las formas de la academia, ni con sus espacios, que no es necesariamente ir a «hacer un taller o una capacitación».

Los talleres suelen ser, depende quién esté a cargo de su diseño y coordinación, los mejores espacios para que la asamblea «aparezca» y las tensiones sean la materia prima preciosa para la construcción de nuevos acuerdos éticos y morales.

Habiendo dicho esto sólo quisiera advertir que tampoco puede generar estos espacios aquella gente que asume posiciones de superioridad y que no muestra la convicción de estar habitando ese espacio de transformación al igual que sus convocades.

Si quiénes proponen «la capacitación» se muestran «ya capacitades» nada ocurrirá.

Será pour le galerie.

Y nada cambiará en el fondo, tal vez sólo un poco en la superficie.

Ojalá la Ley Micaela, mi municipio y todas las instancias de gobierno comprometidas en esta nueva etapa moral de la historia de la humanidad, se aboquen a la convocatoria de asambleas permanentes por los derechos humanos, porque la perspectiva de género no se enseña ni se aprende.

Se construye libremente, con amor, equidad y en comunidad.

Fuente: Diario Femenino

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