La UBA inaugura hoy su primera escuela secundaria fuera de la Capital
Se trata del colegio preuniversitario Ramón Cereijo, en Escobar; son 129 los alumnos que empiezan a cursar, luego de un riguroso curso de ingreso, en un moderno edificio.
Cada vez que pasaba con la bicicleta por el camino de tierra que lo llevaba a su casa, Gonzalo Portilla observaba la pila de ladrillos que iba creciendo en el terreno de la esquina de calle Cervantes y Sanguinetti, de Escobar. En cuanto se enteró de que esa obra en construcción se transformaría en el Colegio Ramón Antonio Cereijo , la quinta escuela preuniversitaria dependiente de la Universidad de Buenos Aires (UBA), no dudó en anotarse para el curso de ingreso.
«Sueño con ser un gran actor o programar videojuegos algún día», dice ahora, desde el edificio, entusiasmado con la asignatura de Teatro en Inglés. Él es uno de los 129 alumnos de primer año seleccionados para comenzar hoy el ciclo lectivo inaugural del establecimiento.
En unas horas, Julia Díaz verá a su hijo de 12 años atravesar la puerta de entrada de este megaedificio de 5000 metros cuadrados y no podrá contener la emoción. Según expresa, la enorgullece que Gonzalo tenga la oportunidad de estudiar en la primera escuela preuniversitaria de la UBA fuera de la Capital y la más moderna de las instituciones educativas de la provincia.
«Se trata de una iniciativa articulada entre la Municipalidad de Escobar, la UBA y la Dirección de Cultura y Educación de la Provincia. Vamos a contar con la misma excelencia académica que el Colegio Nacional de Buenos Aires o la Escuela Carlos Pellegrini, también dependientes de la UBA. El colegio tendrá lugar para 720 alumnos en total, entre primero y sexto año. La obra estará terminada por completo a mediados de año», explica el intendente local, Ariel Sujarchuk.
«De los 129 alumnos que comienzan el ciclo lectivo, un 80 por ciento proviene de colegios privados y el resto, de escuelas públicas. A su vez, el 30 por ciento pertenece a localidades vecinas a Escobar», detalla el rector del Cereijo, Leandro Rodríguez, que dirigió el Pellegrini hasta principios del año pasado y en esta gestión está acompañado por Victoria Serruya, vicerrectora y coordinadora del curso de ingreso.
A partir de 4°año, los alumnos podrán elegir entre dos orientaciones: Ciencias Naturales y Medioambientales y Diseño Multimedial. Para un fanático de la cultura digital como Gonzalo, la segunda opción encaja perfecto para él, según dice.
La selección
Hoy los rostros de los chicos se teñirán de alegría en el acto escolar y el arduo camino del curso de ingreso habrá quedado atrás. En relación a este proceso, Rodríguez explica: «Comenzó en marzo del año pasado y contaba con los mismos parámetros que el resto de las escuelas preuniversitarias. Los chicos asistieron a clases los sábados y a los cursos de apoyo optativos gratuitos en Lengua y Matemática. De los 520 inscriptos, 350 alumnos rindieron los seis exámenes, tres por cada asignatura. Para los que aprobaron, el 80 por ciento ingresó por orden de mérito y el 20 por ciento restante, por sorteo. Hicimos hincapié en generar un espacio de contención, teniendo en cuenta que se trataba de algo nuevo para toda la comunidad».
Y agrega: » Si bien la escuela será gratuita, se paga un bono contribución anual no obligatorio como sucede con las otras instituciones secundarias de la UBA. Para el año que viene ya hay 700 alumnos anotados y esperamos que muchos más chicos de escuelas públicas puedan sumarse».
«¡¡Quedaste!!», le mandó por WhatsApp Julia a su hijo Gonzalo al descubrir su nombre entre los primeros ocho seleccionados por orden de mérito en la web de la escuela. «Estábamos los dos en casa, pero yo estaba tan conmovida que no me aguanté a subir las escaleras para felicitarlo en persona. Todos en la familia nos sentimos involucrados en esa etapa y fue un gran esfuerzo de su parte», dice Julia.
Gonzalo rememora lo que fue aquel proceso y un destello de luz se deja ver en sus ojos. «No fue fácil el examen. Sin embargo, lo que vino después me hizo dar cuenta de que valieron la pena tantas horas de estudio y haberle destinado tantos sábados. Al salir de rendir me topé con carteles de Felicitaciones y con los abrazos de toda la familia», recuerda este chico que asistía a una escuela pública de Escobar.
Además de estar a cargo de la supervisión académica, la UBA designó a los docentes de la institución. Rosana Koch es una de los 50 elegidas entre los 600 que se habían inscripto, para integrar el equipo de los cuatro cursos de primer año. «Ver a los padres con sus hijos en la puerta del establecimiento repasando los contenidos de la clase minutos antes de entrar, me llenaba de emoción. Me alegra haber podido colaborar desde un inicio con el Cereijo, que significa una oportunidad para muchos», dice la maestra de lengua y literatura y fonoaudióloga, oriunda de la localidad, como la mayoría de los empleados del colegio.
Para Rodríguez, que ya tiene doce años de experiencia como rector en una institución preuniversitaria, significa un desafío integrar un proyecto educativo nuevo y eso es lo que convocó, según indica, a integrarse al Cereijo.
Las instalaciones
«Los alumnos cursarán una jornada de 46 horas semanales. Seremos la primera escuela del país en incorporar la materia de Educación Sexual integral (ESI) dentro de la currícula de primero a sexto año, sumado a su abordaje transversal en el resto de las materias. En la asignatura de Construcción Ciudadana estamos pensando en hacer actividades que involucren al trabajo con la comunidad. Este año en particular, contaremos con nueve horas semanales de inglés y con la materia de Proyecto Transversal, que integrará el lenguaje musical, teatral, plástica e inglés», señala el rector.
Con 21 aulas, techos verdes, paneles solares, huerta, laboratorios para Física, Química y Biología; aulas talleres para Música y Plástica, un microestadio de usos múltiples con vestuarios, comedor y biblioteca parlante, la escuela significa un gran cambio para la zona y sobre todo para el Distrito Boero. En este nuevo barrio de la periferia de Escobar convivirán los nuevos desarrollos inmobiliarios y el Polo Judicial, que reúne juzgados de familia y civiles. «Entre la pavimentación del bulevar de acceso a la escuela, el asfaltado de calles circundantes, la estructura edilicia y otras obras de infraestructura, el municipio invirtió unos 160 millones de pesos», añade el intendente.
Ya falta poco para entrar a clases. Gonzalo recorre los largos pasillos de la planta alta de la escuela. Imagina el sonido de las cuerdas de una guitarra en el salón de música y hasta percibe el nivel de concentración reinante en la biblioteca. Al observar el espacio verde que se convertirá en una huerta, se le escapa una sonrisa. «Ya quiero cubrirme de tierra las manos, plantar una semilla y verla crecer», expresa.