Juventud y sistema de salud: el empuje para transformarlo todo
En estos días de Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio, desde un sector de los medios de comunicación se describe a la actual pandemia como una guerra contra un enemigo invisible. En esta supuesta guerra, existen trincheras en las que las y los médicos, junto al equipo de salud, somos los soldados que combatimos en el frente de batalla.
Si bien nuestro Sistema de Salud no es un ejército, de manera parecida a lo que sucede en ellos habrá quienes se expongan más ante esta situación y quienes menos. No será lo mismo para quienes trabajamos en el sistema público y quienes lo hacen en el sistema privado, como también será distinto para quienes estén en Hospitales o en Centros de Salud.
Sin duda seremos las y los profesionales jóvenes -igual que antes de esta pandemia- quienes atenderemos una gran parte de las consultas que vayan llegando al sistema público, que en conjunto con el personal de enfermería, limpieza y seguridad, estaremos presentes en esta “primera línea”. Las mujeres prevalecerán en todos los efectores de salud por sobre los varones (70% del total), por lo que también estarán más expuestas.
La juventud de trabajadores de salud de la que soy parte, viene haciendo todos los esfuerzos posibles para enfrentar de la mejor manera esta compleja situación. El miedo de los primeros días lo fuimos transformando en trabajo comprometido y organizado. Ninguno de nosotros y nosotras ha vivido una situación de pandemia, e incluso muy pocos trabajadores de salud en general cuentan con esa experiencia.
Es necesario remarcar que hablar en términos bélicos no sirve para explicar que desde hace muchos años dentro de este sistema existen fuertes inequidades y condiciones de trabajo precarias. Que los y las jóvenes profesionales que egresamos de las Universidades Públicas y nos incorporamos en Hospitales y Centros de Salud, lo hacemos en gran parte con Becas de Residencias, con sueldos de 139,28 pesos la hora, sin aportes jubilatorios ni asignaciones familiares. Que también están quienes realizan una Concurrencia, trabajando grandes jornadas sin recibir ningún tipo de remuneración salarial.
Otres realizan guardias de ambulancias exponiéndose a situaciones de alta complejidad, donde no cuentan con más derechos laborales que los de un monotributista.
Están también quienes ingresan a trabajar a Centros de Salud, donde no cuentan con los recursos adecuados para dar respuesta a las problemáticas complejas con las que se encuentran al atender a las poblaciones donde el nivel de pobreza supera la media. Estos compañeros y compañeras perciben muchas veces -como en el caso de la ciudad de La Plata- salarios por debajo de la línea de pobreza (33 mil pesos por 36 horas semanales).
A todos y a todas nos piden que realicemos un “acto heroico” porque tenemos suerte de desarrollar nuestra “vocación”, invisibilizando de esta manera nuestra precarización laboral que poco tiene que ver con ser un “soldado”. Y nos exponen a jornadas laborales con cargas horarias que superan lo humanamente saludable y que son pagadas con sueldos que apenas superan la canasta familiar.
Quienes transitamos por el principal sistema de capacitacion público en salud del país que son las Residencias, desde hace tiempo venimos luchando por romper la invisibilización de esta situación de precariedad laboral a las que nos enfrentamos, y reclamamos por políticas que jerarquicen la formación pública.
En la Provincia de Buenos Aires año a año egresan alrededor de mil profesionales con formación especializada, sin embargo solo una parte logra continuar su labor en el sistema público. Quienes lo consiguen se les desconoce su antigüedad y comienzan salarialmente desde el nivel más bajo que la carrera hospitalaria brinda, lo que implica un sueldo menor al que se contaba cuando se terminaba la residencia.
La reciente iniciativa del Ministerio de Salud bonaerense de incorporar a la totalidad de quienes egresan este año del sistema de residencias es una gran victoria del movimiento de residentes, que esperamos se materializar prontamente, pudiendo tener continuidad en el tiempo, y que avance en articular e incorporar a las residencias que se encuentran en el primer nivel de atención.
Pensar una política que integre desde un primer momento a esta juventud en el sistema de Salud y le de continuidad, es fundamental para que también se le logren abordajes sostenidos de las problemáticas de salud, y que representan una gran parte de los cuidados en salud que los equipos de los efectores públicos brindan a la comunidad.
Porque fuimos les jóvenes profesionales quienes desarrollamos dispositivos de consejerías que garantizan el acceso a los Interrupción Legal del Embarazo en hospitales y centros de salud, cuando estos se negaban a garantizar derechos, y quienes también organizamos postas sanitarias en barrios donde ir al centro de salud es de por sí difícil.
Somos quienes también armamos consultorios que contemplan las necesidades de la población que atendemos y alojan la escucha; quienes enfrentamos en las guardias de los hospitales a las urgencias diarias que trae una población que de riesgo sabe mucho; y quienes también estamos en estos días poniéndonos al frente de la organización y la atención en la actual pandemia en la mayoría de los efectores de salud.
Terminar con la precarización laboral en la salud pública es también terminar con la precarización de la salud de todos y todas. Incorporar a la juventud y fortalecer su protagonismo es proyectar la salud nuestra y la de generaciones futuras, garantizando soberanía y equidad.
No es una Guerra, hay una pandemia y es un problema de Salud. No somos soldados y soldadas, no hay trincheras, somos trabajadores y trabajadoras que necesitamos Hospitales y Centros de Salud con recursos suficientes, salarios dignos que nos permitan garantizar la salud de la mayoría de la población y no de solo unos pocos.
Juan Martín Mirada Rabbione
Médico general y jefe de la Residencia de Medicina General del Hospital Gutiérrez de La Plata