Vivir hasta que ellos quieran
Jesica Minaglia, se había separado, sentía que estaba en peligro y tenía razón. Su ex la asesinó.
Natalia, en Tucumán, sintió golpe a golpe como le quitaba la vida su expareja.
Soledad, en Chivilcoy, recibió la última paliza. Su victimario la llevó al Hospital porque tenía fiebre, fingiendo posible coronavirus, pero murió por las lesiones.
Cristina y su hija Adita, de Lanús, también dejaron de vivir cuando lo decidió el femicida.
Romina, de Entre Ríos, no vió el sol este amanecer porque su ex delante de la hija de ambos la ultimó a golpes.
La lista sigue y sigue, sólo en lo que va del 2020 más de 110 casos en 115 dias.
Detrás de cada nombre hay una historia de vida, hay una previa que daba indicios certeros del final.
Detrás de cada femicidio, y en tiempos de encierro son muchas las mujeres que viven con el violento, mejor dicho sobreviven hasta que él decida lo contrario.
Estamos perdiendo contra este flagelo, que también es mundial como el coronavirus, pero que parece impactar menos en la sociedad.
Quizás porque la noticia del femicidio diario, se ha naturalizado, nos hemos acostumbrado.
Quizás porque no se ha mostrado (por respeto a las víctimas) como quedan sus cuerpos luego de ser golpeadas, violadas, descuartizadas, quemadas, embolsadas como basura, enterradas, tiradas a chiqueros, basurales, arroyos y las mil formas de asesinar y dejarnos a las mujeres…
Surge analizar que sucede antes de ser asesinadas.
DENUNCIA
EXCLUSIÓN DE HOGAR
RESTRICCIÓN DE ACERCAMIENTO
BOTÓN ANTIPÁNICO
Evidentemente nada alcanza, entonces la tarea es ponernos en marcha para instrumentar las herramientas que están faltando:
Contar desde el momento en que se realiza la denuncia por al menos 30 días con un consigna en domicilio, y/o hasta donde se desplace la denunciante (esto funcionaría como un freno al violento, y también daría a los vecinos la seguridad necesaria para intervenir, ayudar , avisar si lo ven en la zona).
Contar con un programa de asistencia económica a la víctima, para que rompa el circuito de dependencia económica con su ex, para poder iniciar un camino nuevo con sus hijos.
Contar con un programa de refugio y traslado inmediato, para la víctima y sus hijos que incluya reubicación en escuelas según la zona.
Difundir los números de urgencia como el 144, el 911 en medios masivos de difusión, a modo de frecuencia con alto nivel de repetición por emisora.
Crear un programa de incentivo para empleadores que contraten mujeres en riesgo, mediante quita de aportes, copago de salario, etcétera.
Poder identificar el problema, violencia de género, es un paso.
Poder frenar al violento es otro gran paso.
Poder hacer visible que las alarmas previas, generalmente son acertadas, es un paso para evitar, que se concreten las peores sospechas.
No olvidemos a las víctimas de femicidio. Justicia para ellas. No se olviden de los hijos huérfanos de madre. No dejen durmiendo con el enemigo a quien hoy es víctima de violencia de género.
¡No nos dejen solas!
Fuente: infoveloz / Dra. Valeria Carreras