Noticias | junio 4, 2020

Villas en emergencia: la desidia del Estado en la Ciudad


La Ciudad Autónoma de Buenos Aires es el distrito más rico del país, pero también el más desigual. No es novedad que la brecha se intensifica entre los hogares porteños del sur y los hogares porteños del norte; no es novedad que los barrios populares siempre sufrieron el doble la desidia del Estado. Hoy esto se profundiza y queda a la vista de todes. Las villas porteñas se encuentran en estado de alerta, y reclaman que se reconozca la emergencia sanitaria, alimentaria y habitacional. Eva y Eugenia, vecinas y referentas sociales de las villas 21 24 y Barrio Padre Ricciardelli respectivamente, levantan sus voces para mostrarnos la realidad de todos los días. Esa que no sale por la tv.

Según el último boletín epidemiológico de la Ciudad de Buenos Aires (CABA), Retiro y Flores son los barrios que acumulan el 52% de los casos confirmados por Covid-19, donde se ubican el Barrio Padre Mugica y el Barrio Padre Ricciardelli. Por su parte, la Villa 21-24 que atraviesa parte de Pompeya, Parque Patricios y Barracas, es la tercera con más casos confirmados. Eva Alarcón, vecina de la Villa 21/24, trabajadora social, coordinadora del centro comunitario Padre Daniel de la Sierra y militante de la Cámpora, describe que la situación actual del barrio es gravísima: “Los problemas estructurales históricos que sufrimos en las villas, vienen a desnudarse en esta pandemia. Al no tener un proyecto de urbanización, se agudizan los conflictos con respecto al hacinamiento en ciertos sectores del barrio: no tenemos una red de agua potable de calidad, y es imposible poder asegurar la higiene y los cuidados sanitarios. Los casos de violencia de género aumentan, los protocolos de asistencia a las víctimas no están funcionando, no se está garantizando la vida y la seguridad de las mujeres villeras. La alimentación y el acceso a la comida por parte de las familias se vuelve cada vez más difícil, ya que en este contexto su trabajo autónomo no puede ser realizado”.

“NO SE ESTÁ GARANTIZANDO LA VIDA Y LA SEGURIDAD DE LAS MUJERES VILLERAS”

Durante los últimos meses, la cantidad de familias enteras que asisten a los comedores comunitarios aumentó exponencialmente. Según el Banco de Alimentos, solo el 30% de los comedores y merenderos logran abastecer las demandas. “Al recibir más familias es necesario que haya más raciones. Esto no se está pudiendo cubrir en todos los espacios. Muchos de ellos dependen del programa ‘Apoyo a Grupos Comunitarios’, perteneciente al Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat de CABA. Este programa no está aumentando las raciones ni garantizando los insumos sanitarios y alimentarios que hacen falta. El Gobierno de la Ciudad está totalmente ausente, nos ignora y nos sigue dando la espalda aún en una pandemia global. Estamos en emergencia”, explica Eva.

En los barrios, les vecines se organizan y construyen redes internas de contención para hacerle frente a la desigualdad que acecha. María Eugenia Zelaya es responsable del comedor “Huellitas de Niños” en el Barrio Ricciardelli (ex 1-11-14), ubicado detrás de la cancha de San Lorenzo, en Bajo Flores. Al igual que Eva, Eugenia destaca que les vecines del barrio viven del día a día, especialmente de las ferias populares que se organizan. “El cierre de los distintos espacios que sirven de contención durante el año es lo que más nos afecta. La gente empieza a padecer estas ausencias. Es fácil decir que todos tenemos que cumplir la cuarentena, que todos nos tenemos que quedar adentro, pero es muy difícil cuando la situación de tu vida cotidiana no te lo permite. Porque somos siete en un cuarto, porque si no salimos a trabajar no tenemos para comer. El Gobierno de la Ciudad te manda a casa pero no averigua cuál es tu situación ni cómo te vas a mantener. Es por eso que muchísima gente se volcó a buscar espacios en los comedores, pero no nos alcanzan los recursos para dar respuesta a todas las demandas, cada vez más crecientes. A este conflicto le tenés que sumar el dengue, algo de lo que nadie estaba hablando. Los vecinos nos encontrábamos haciéndonos los estudios y vos decías: ‘Uy, esto estaba fuerte y nunca me enteré’. El Estado de la Ciudad lo podría haber evitado. Es una locura, nos sentimos totalmente abandonados”.

“A ESTE CONFLICTO LE TENÉS QUE SUMAR EL DENGUE (…). ES UNA LOCURA, NOS SENTIMOS TOTALMENTE ABANDONADOS”

Mientras algunos se movilizan al Obelisco porque no quieren quedarse en su casa, otros no cuentan con este privilegio. Les vecines de los barrios más vulnerados se esfuerzan todos los días para tejer una organización colectiva y solidaria que les permita transitar la cuarentena de la mejor manera posible. Eva dice: “Son las organizaciones sociales las que están tratando de llegar a cada familia que se encuentra aislada para asistirla de forma inmediata. Ellas son las verdaderas protagonistas en esta lucha contra el contagio, contra el hambre y la desigualdad en medio de la pandemia”, y Eugenia agrega: “Hay que remarcar que las juventudes y las mujeres hoy por hoy están tomando una gran iniciativa en todo esto. Ante la necesidad de la emergencia nos solidarizamos más unos con otros. Sin la solidaridad no vamos a salir adelante”.

LAS ORGANIZACIONES SOCIALES, LAS JUVENTUDES Y LAS MUJERES SON LAS VERDADERAS PROTAGONISTAS EN ESTA LUCHA CONTRA EL CONTAGIO, CONTRA EL HAMBRE Y LA DESIGUALDAD.

Hace tiempo que los barrios vienen reclamando la creación y aplicación de un protocolo frente al avance del virus, pero uno que los incluya y los escuche, que los reconozca y haga parte. Queda claro que nadie se salva solo, pero tampoco sin la presencia del Estado. Las referentas sociales terminan explicando, entre voces un tanto entrecortadas por la emoción, el juego siniestro que existe entre el individualismo y los gobiernos neoliberales, algo de lo que la Ciudad todavía no se ha librado. “La pandemia desnudó todo lo que nosotros ya vivíamos”, cuenta María Eugenia. “Ahora todo el país vio que las villas de la Ciudad no tienen recursos, porque no estamos pensados como sociedad. No estamos pensados como sujetos de derechos. Y ese es el golpe más duro”.

Fuente: hamartia.com.ar

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