Noticias | junio 16, 2020

Fidel: “Su muerte no existió nunca. En sueños uno se imagina que el Che está vivo”


Años después de la desaparición física de Ernesto Che Guevara, Fidel diría en una entrevista que su muerte no existió nunca: “A mi incluso me costaba trabajo aceptar la muerte del Che. Muchas veces he soñado que estoy hablando con él. Tenía una presencia permanente”.

Hay presencias inolvidables. Amistades inquebrantables, y la del Che y Fidel fue una de ellas. Cuando el Che Guevara se despidió de Cuba dijo a su amigo: “Que si me llega la hora definitiva bajo otros cielos, mi último pensamiento será para este pueblo y especialmente para ti. Que te doy las gracias por tus enseñanzas y tu ejemplo y que trataré de ser fiel hasta las últimas consecuencias de mis actos”.

Dicen que uno es incapaz de relatar su propia vida, que no hay nadie que nos cale mejor que nuestros amigos. Por eso, el día en que el guerrillero heroico cumpliría 92 años Cubadebate y el sitio Fidel Soldado de las Ideas le proponen repasar la vida del Che desde los ojos del líder histórico de la Revolución, tal como se la relatara en una entrevista al periodista italiano Gianni Miná, en el documental que pueden ver más abajo.

“Cuando lo encontramos en México él había estado en Guatemala. Fue testigo de la intervención americana y sufrió mucho todo eso. Era algo que llevaba dentro. Se sumó a nosotros en la primera conversación, muy rápido. Casi todas las semanas intentaba subir el Popocatépetl. Nunca llegaba arriba, pero todas las semanas lo intentaba. El padecía de asma. Hacía un esfuerzo heroico por subir ese volcán. Y aunque nunca llegaba arriba, nunca dejo de intentar subir otra vez. Todo un reflejo de su carácter”.

“Era nuestro médico. Y no solo fue un gran intelectual, fue un gran soldado. Era muy impulsivo, valiente, audaz y a veces temerario. Para cualquier misión el primer voluntario era el Che. Se ofrecía, además, para las acciones más difíciles. Era un desprendimiento y un altruismo total. Esta no era su patria. Él se había unido a nosotros y todos los días estaba dispuesto a dar la vida por la Revolución. El Che parecía un hombre que iba al encuentro de la muerte. Sin el Che no hubiera concluido la guerra”.

“Él quería ir para Sudamérica. Era una buena idea. Cuando él se reunió con nosotros en México, dijo: ‘Yo lo único que quiero es que cuando triunfe la Revolución y yo quiera irme a luchar a Argentina que no se me limite esa posibilidad’. Y yo se lo prometí. Después de la experiencia de la Sierra, sus ganas se multiplicaron (…) Al triunfo de la Revolución había muchas cosas por resolver. Al Che se le asigna el Ministerio de Industrias. Trabajó con gran método. Cada vez que hacía falta un hombre para un cargo importante, el Che se prestaba para ese trabajo. Siempre tuvo gran autoridad. Cada una de las ideas que se le dio las cumplió con gran brillantez. Era muy consecuente y un ejemplo en todo lo que hacía”.

“El día que se fue definitivamente a Bolivia yo hice una broma. Invité a una comida a varios compañeros con un visitante especial: era el Che. No lo conocía nadie con el disfraz que se hizo. Tuve yo que decirles que era el Che. Fíjese si estaba bien preparado cuando salió. El conocía bien la tragedia del indio y lo sentía. Más de una vez me explicó cómo había que trabajar y me dijo que no sería fácil. Él estaba consciente de las dificultades de la tarea que tenía allí. Pero él había vivido nuestra experiencia. Él tenía fe ciega en ese tipo de lucha”.

“El Che sabía incluso que con 20 hombres si se trasladaban como se estaban proponiendo a un lugar con bases sociales, esa guerrilla tenía posibilidades de supervivencia. Él lo sabía y se encaminaba en esa dirección. Es impresionante la proeza que hicieron y la cantidad de combates que libraron. Fue una verdadera epopeya”.

“A veces él iba al encuentro de la muerte. Creíamos en lo que estaba haciendo y creíamos que él podía hacer lo que se proponía. Yo siempre digo que el éxito o el fracaso no es lo que indica que uno esté correcto en una línea. Nosotros pudimos haber muerto todos en nuestra lucha. Estuvimos a punto más de una vez. Si hubiéramos muerto, no habríamos estado equivocados. Nuestro camino era correcto. Pero hay una serie de factores que influyen, incluso el azar interviene. Nosotros sobrevivimos aquellos primeros días casi de milagro. En esas circunstancias no se puede decir que el éxito sea la medida de la justeza de una línea”.

“Teníamos excelentes relaciones de amistad, de confianza y el Che realmente le prestaba mucha atención a los criterios que le dábamos. Mantuvimos esa amistad hasta el final. Prohibirle e imponerle un criterio nunca estuvo entre nuestra amistad. Lo que hicimos fue ayudarlo. Y ayudamos algo que creímos posible. No habríamos podido ayudar algo imposible, algo en que no creyéramos. Comparto lo que él hizo y lo creo”.

“Los yankees quisieron desaparecerlo. No obstante, él se convirtió en un gran símbolo para el mundo entero del hombre ejemplar, revolucionario, heroico, se convirtió en uno de los más singulares ejemplos de combatiente y revolucionario del Tercer Mundo e incluso del mundo industrializado”.

Fuente: cubadebate.cu

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