Noticias | agosto 8, 2020

¡Porque el placer de las mujeres es un derecho!


Culturalmente el placer femenino ha sido motivo de tabúes y mitos que se roban por completo pequeñas victorias que las mujeres alcanzan en su día a día

(…) “Señora, es que yo nunca he sentido… yo nunca he tenido un… ¿cómo le explico?
O sea yo nunca he alcanzado un… (Susurrando) ¡Orgasmo! Ay no, es que ¡qué palabrita tan fea! disque ‘orgasmo’ le hubieran puesto un nombre menos complicado (piensa un poco), como silla, por ejemplo, así uno puede decir ‘he alcanzado la silla’ y nadie se va a enterar que uno ha estado haciendo porquerías”[1] (…)

El día del orgasmo femenino se celebra el 8 de agosto desde el año 2006 en Esperantina, Brasil, cuando se impulsó una ley para defender el placer sexual en las mujeres, estudiarlo y abordarlo como una cuestión de salud pública; su objetivo es hablar de los beneficios de éste, del cuerpo y de la sexualidad femenina sin tabúes.

Muchas mujeres han pasado por la vida sin experimentar nunca un orgasmo, algunas ni siquiera saben que existe y miles han tenido que fingir por lo menos uno a lo largo de su vida. Según la BBC y basados en el estudio “Archives of Sexual Behavior”, “el 58,8% de las participantes —1.008 mujeres estadounidenses heterosexuales de entre 18 y 94 años— dijo haber fingido el orgasmo al practicar sexo con una pareja. De ellas, el 3% aclaró haberlo hecho en alguna ocasión (…) y el 55% lo reconoció como una práctica habitual”[2] Sí, fingir orgasmos es una de las prácticas naturalizadas en la vida de muchas mujeres. Los cuerpos femeninos han sido históricamente fuente del estigma y las culpas que miles de mujeres sienten en relación a ellas mismas, a los diferentes tránsitos que muchas atraviesan, al goce y disfrute del cuerpo y su autonomía. Culturalmente el placer femenino ha sido motivo de tabúes y mitos que se roban por completo pequeñas victorias que las mujeres alcanzan en su día a día, mitos que han silenciado lo que parecieran pequeños actos que, incluso sin saberlo, suman en el camino de la emancipación.

No se puede disfrutar de algo que se desconoce ¿O sí?

La satanización del cuerpo de la mujer y las cargas mentales que pesan en la cabeza y los cuerpos de muchas, han calado tan profundo que interfieren constantemente con la consciencia y llenan de miedos y temores a la mente, órgano fundamental en el ejercicio de la sexualidad. Al menos así lo afirma la filósofa y bióloga estadounidense Elisabeth A. Lloyd en su libro «The Case of the Female Orgasm: Bias in Evolutionary Science»[3], quien además desmiente la creencia sobre la necesidad del orgasmo para la reproducción humana, argumento usado por diferentes científicos y especialmente secotres religiosos durante muchos años para reducir a las mujeres al acto de la reproducción y condenar el disfrute y el placer femenino. Así mismo, se afirma que el orgasmo es una práctica que trae consigo muchos beneficios para la salud, es un estado mental y físico de goce cuyo único objetivo en la vida de la mujer no es otro más que ese, el goce y el placer.

El orgasmo es una práctica que puede realizarse en solitario o en compañía de aquella/s persona/s que tenga/n absoluto y mutuo consentimiento para ello, las cargas y culpas impuestas históricamente han cohibido a muchas mujeres de darle la oportunidad a la duda, la sospecha, la curiosidad, al picante, al fuego… ¡Y todas somos fuego, aun cuando no hemos descubierto nuestra llama!

Desde Católicas por el Derecho a Decidir- Colombia reivindicamos el placer sexual de las mujeres como un derecho. Sentir y disfrutar del territorio cuerpo es un acto libertario y emancipador. El orgasmo femenino es un acto político, de autocuidado, amor propio e incluso una oportunidad de sentir a Dios – Diosa en toda la extensión del ser. El deseo es nuestra mayor revolución, desear sentir, explorar, exigir y materializar nuestras decisiones hace parte de la lucha por la vida digna, porque las mujeres tenemos derecho a gozar, tenemos derecho a comernos la crema del pastel, a pelar la naranja con los dedos, a chuparnos el limón, a tomarnos las calles, los cuerpos y el aire para gritar a viva voz que el cuerpo de cada una, es de cada una y de nadie más.

Ni de la Iglesia, ni del Estado, ni de la sociedad.

Fuente: Católicas por el Derecho a Decidir Colombia

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