Noticias | noviembre 11, 2020

Perú. Una vacancia más, sí importa


Ni el panorama más pesimista de cualquier analista político pudo presagiar el resultado que se dio anoche en el Congreso de la República con los 105 votos que sentenciaron la salida del presidente Martín Vizcarra. Ni su defensa airada ante el Pleno, distinta a su performance cuando fue el caso “Richard Swing” le fue útil para evadir la revancha de un parlamento que se la tenía jurada desde hace bastante tiempo.

Los chats que comprueban la relación amical de Vizcarra con el ex ministro José Hernández fueron -al parecer- los detonantes que algunos congresistas necesitaban para demostrar la “incapacidad moral” del presidente. Pero ¿necesitamos algo más para demostrar la incapacidad moral de los más de 60 parlamentarios que tienen denuncias en la fiscalía o aquellos que tienen sentencia probada y que están esperando la decisión del congreso para que se levante su inmunidad parlamentaria como el caso Acuña o Alarcón?

¿Cómo hemos llegado al punto que estos señores “padres de la Patria” con más de un cuestionamiento pongan en un mismo saco: chats, tablets, “swings”, fotos trucadas, vacunas, ¿entre otras cosas y cocinen una vacancia sin más prueba que una denuncia periodística basada en tan solo dichos de tres aspirantes a colaboradores eficaces que llevan más de dos años tratando de obtener beneficios en la fiscalía?

¿Cómo hemos llegado al punto de que a 5 meses de las elecciones un presidente del Congreso sonría satisfecho al convocar a una sesión donde él mismo se colocará la banda presidencial que nadie le entregó? ¿Cómo, Perú?

Hay quienes han dicho que a Vizcarra le han aplicado el dicho “Quien a hierro mata, a hierro muere”, recordando que él fue -supuestamente- uno de los artífices de la salida de Pedro Pablo Kuzcynski, sin embargo, los escenarios son distintos. Cuando PPK salió no estábamos frente a una emergencia sanitaria, ni a pocos meses de una elección, ni estábamos en medio de una crisis económica producto de la pandemia. Hoy el momento es distinto y las fuerzas congresales que prometen liderar el país no garantizan una transición ordenada.

Y no la garantizan porque representan a los dueños de las universidades “chifa”, que quiere traerse abajo la reforma universitaria, al antaurismo radical y el fujimorismo revanchista que quiere tener fuera a sus líderes y a la derecha empresarial más achorada que quiere sabotear lo poco que se avanzó en el proceso anticorrupción y que se paralizó por el coronavirus.

El panorama no es nada propicio, los líderes políticos que no están representados en el Congreso intentarán jugar sus propias partidas de ajedrez porque saben que cualquier paso en falso les podría quitar votos, o cualquier decisión acertada los podría colocar más cerca del ansiado podio electoral.

Mientras tanto, en el medio: los pobres que se mueren no solo de Covid, ni de hambre, sino también de difteria, a los que no les llega el bono y a lo mejor ya ni les llegará, a los que quizá ni les llegue la vacuna de nada, a los que una pensión les parecerá un cuento de hadas eterno.

Fuente: Resumen Latinoamericano

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