Hashtags y me gustas: influencers anti-feministas, anti-progresistas y anti-vacunas
La Red Latinoamericana y del Caribe de Católicas por el Derecho a Decidir decidió emprender una investigación con el fin de conocer los discursos que los sectores conservadores están produciendo sobre el derecho al aborto, en el contexto de pandemia. En esta segunda entrega de la serie En el nombre del Virus, compartimos algunas consideraciones sobre el análisis de redes sociales, que, en esta coyuntura tan particular, evidencian su importancia como espacio de contienda entre defensores y opositores al derecho a decidir.
Una primera búsqueda nos encontró con una numerosa producción de contenidos audiovisuales que fueron compartidos y viralizados en los últimos meses. Principalmente, tomamos aquellos producidos en YouTube y replicados en Facebook, Instagram, Twitter y Whatsapp. Algunos de estos contenidos llegaron al millón de reproducciones y se expandieron por la región. A partir del estudio de ese ecosistema de comunicaciones y sentidos, avanzamos en la caracterización de los imaginarios y representaciones sociales que ciertxs influencers anti-feministas y anti-progresistas están construyendo.
Influencers conservadores “for export”
Sabemos que la presencia de lxs actorxs conservadorxs en los medios no es novedosa, sobre todo si consideramos algunos procesos de creciente espectacularización de la religiosidad a través de canales de TV, programas radiales y actos públicos que se vienen desarrollando desde hace décadas. Sin embargo, el tiempo que “lo virtual” y lo digital ocupó en nuestra vida cotidiana este último año, atravesado por la pandemia del coronavirus, no puede obviarse.
En Argentina, el país de las madres y abuelas de Plaza de Mayo, de la marea verde, de Carlos Jaúregui y Lohana Berkins, de las “Ofelias”, de Milagro Salas, es también la cuna de históricos sectores de derecha, antifeministas, opositores a los derechos humanos y que, hoy, encarnadxs en nuevas figuras, se presentan como comunicadores de esta posición, con repercusión en toda Nuestramérica y hasta en el norte global.
Dichxs influencers conservadores se constituyen, por momentos, en comunicadores, intelectuales, activistas de derecha, en ocasiones, asociados a organizaciones y figuras político-partidarias con incidencia a nivel mundial. Sin embargo, nada es tan lineal ni evidente: en otras oportunidades, se presentan como figuras individuales, desancladas de cualquier instancia colectiva, optando por poner en juego su propia identidad, su performance de clase y trayectoria académica, ofreciendo discursivas alternativas, “disruptivas”, “contestatarias”, aggiornadas y accesibles para la formación de la opinión pública de derecha sobre amplios sectores sociales.
Estos actores tienen, a priori, grandes diferencias de edades y procedencias, pero se encuentran aunadxs en la oposición a los feminismos y los derechos humanos. Y son esas alianzas a partir de las cuales, en el actual contexto, emergen y se profundizan ciertas articulaciones entre: discursos provida y antivacunas, discursos libertarios y contrarios a las medidas sanitarias, discursos antifeministas, narrativas conspiranoicas y antiprogresistas.
¿Quiénes son estxs influencers neoconservadorxs?
Insistimos: son sujetxs diversxs, con procedencias sociales múltiples, que se inscriben en retóricas singulares y que, en conjunto, van contribuyendo desde diferentes posiciones a la construcción de sentidos comunes que funcionan como matrices discursivas para oponerse a los derechos sexuales.
A su vez, intentar entender quiénes son implica considerar dónde están. Podemos anticipar que tienen una importante presencia en los medios de la región y demuestran su versatilidad en diferentes instancias y contextos comunicacionales. En función de la investigación desarrollada, advertimos una notable adaptación discursiva, dependiendo del público al que se dirijan. En este sentido, recrean discursivas y performances cuando el público es latinoamericano o latinxs residentes en Estados Unidos o Europa, del mismo modo en el que producen modulaciones en el discurso cuando se asume que el público es religioso o no lo es.
En lo que refiere a la comunicación en el contexto de la virtualidad, algunxs de ellxs tienen un amplio manejo de las herramientas de comunicación, siendo la comunicación virtual una de las dimensiones centrales de -lo que algunos de sus referentes reconocen como- la batalla cultural. El uso de placas donde frecuentemente se comparten las etiquetas que deben utilizarse, los comentarios escritos en sus lives en redes sociales, la promoción de ciertos hashtag para que se conviertan en trending topic, son algunas de las herramientas que forman parte de sus estrategias de comunicación.
¿Cómo operan? La construcción de un enemigo “ideológico”
Si hay algo que estos actores tienen en común es su vocación por permear en la cultura, por proponer narrativas que disputan a los progresismos y ser formadorxs de opinión pública y sentido común. Algunos de ellxs lo hacen explícito: es el caso de Agustin Laje quien, desde hace tiempo, construye y argumenta una posición con un rostro joven e intelectual de derecha, manifestando la importancia de ganar “la batalla cultural”. Tal como él lo ha dicho, desde hace algunos años, está dedicado a estudiar a los pensadores de la izquierda global. Inició sus lecturas con Antonio Gramsci y siguió por la Escuela de Frankfurt; actualmente, se encuentra estudiando Foucault y la biopolítica. En sus intervenciones públicas, como en sus libros, realiza una serie de consideraciones teóricas y conceptuales para comprender el poder en tiempos de pandemia y retoma a filósofos y teóricos críticos como Theodor Adorno y Max Horkheimer, al propio Foucault, Gilles Deleuze e incluso Byun-Chul Han. De alguna manera, está intentando construir una lectura sobre el poder y la política que sea alternativa a las posiciones progresistas, pero lo hace tomando las propias nociones y categorías de la izquierda global.
En definitiva, se trata de combatir en su propio lenguaje, y desde sus propios intelectuales, a su enemigo común llamado “progresismo”. Este enemigo, difícil de delimitar en la retórica de estxs referentes, implicarían polisémicamente un conjunto de posiciones: de izquierda, populistas, feministas y de derechos humanos, encarnadxs en organizaciones internacionales o locales, con mucha visibilidad o que -supuestamente- operarían desde las sombras de un plan estratégico internacional.
El “progresista” es, sin dudas, el arquetipo que condensa las preocupaciones de lxs referentes neoconservadores y ante el cual estos actores de trayectorias disímiles encuentran su punto de intersección. Pero el feminismo, dentro de los progresismos, es un problema especialmente particular. En una entrevista que Agustín Laje realiza a Guadalupe Batallán -activista provida, también argentina-, ello aparece con claridad. Ambxs se presentan alternativamente desde sus posiciones de “libertario” como de “provida”, como antagonía al “progresismo”. Durante la entrevista, van definiendo sus ideas y responden a diversos argumentos opositores, a los cuales presentan como un actor “ideológico”.
En este sentido, a lo largo del estudio, observamos la existencia recurrente de la estrategia diferenciadora en la construcción retórica de estos actores: todxs y cada unx de ellxs proponen argumentos que les permitan presentarse como sujetxs habilitadxs para brindar su opinión desde la información por su bagaje intelectual, en contraposición a un activismo feminista que buscan indicar como desinformado e irracional.
Polifonía: ¿todxs para unx?
Es necesario resaltar cómo se expresa esa heterogeneidad que señalamos anteriormente. En esta oposición común que, por momentos, se presenta como unificadora de posiciones, es decir, su atentado sistemático contra los feminismos, no todo es harina del mismo costal. El punto de inflexión está dado por la línea estructurante de su crítica patriarcal: el derecho al aborto. En ese marco, a ciertos actores conservadores les resulta preocupante un sector dentro de lo que reivindican como la derecha: aquellos a quienes llaman “falsos libertarios”.
Esta situación genera cierta fisura en su discurso político y se anuda al hecho de que existen libertarios que se posicionan a favor del aborto -porque, justamente, presentan una posición de defensa de la libertad a partir de la cual se sostiene su idea- y ello resulta ser algo inadmisible para sus partenaires.
En este marco de distintos argumentos, quienes sí se aglutinan en posiciones contra el aborto y los derechos sexuales en general elaboran también estrategias diferentes para sostener sus ideas. Entre discursos seculares y discursos religiosos va la cuestión y será materia de discusión y análisis de nuestra próxima entrega.
Fuente: La Tinta