Evangélicos y aborto: ¿todos en contra?
“Yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia” (Juan 10:10, NVI)
“Les hablo así, hermanos, porque ustedes han sido llamados a ser libres” (Gálatas 5:13, NVI)
Cae la noche en la avenida 9 de Julio. Es 15 de marzo, último sábado de un verano sofocante en la ciudad de Buenos Aires. Frente al Obelisco está montado un escenario con pantallas gigantes desde el día anterior, cuando tuvo lugar la primera jornada del festival “Sí a la vida”, que contó con el visto bueno tanto del Jefe de Gobierno, Mauricio Macri, como de la Presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner. Hoy será el segundo y último día del evento. Los organizadores estiman que la multitud congregada en la avenida más ancha del mundo ronda las 300 mil personas. Del evento participan bandas de rock cristianas –como Kyosko o Rescate– pero también artistas “seculares” como Maximiliano Guerra y Amelita Baltar. El principal orador será Luis Palau, uno de los predicadores evangélicos más reconocidos del mundo de habla hispana, quien cerrará la jornada con un mensaje orientado a “la unidad familiar” y a “rescatar los valores morales y éticos en la sociedad”. Corre el año 2008 y temas como el matrimonio igualitario, la identidad de género o la interrupción voluntaria del embarazo (IVE) todavía no forman parte del calendario legislativo. Sin embargo, casi a modo de profecía o premonición, las consignas principales de aquella movilización dan cuenta de las demandas sociales que encarnará el sector mayoritario del evangelismo local durante toda la década siguiente.
Diez años después, el Obelisco es testigo una vez más de una masiva movilización evangélica y católica que avanza a lo largo de la 9 de Julio. En esta oportunidad, el motivo de la convocatoria es una marcha nacional en contra de la aprobación del proyecto de la IVE. Al igual que en el festival de Palau, se ha vuelto a montar un escenario con pantallas gigantes en el centro de la avenida, por el que desfilan bandas de rock evangélicas y pastores de distintas denominaciones, todos unidos bajo una misma consigna: “Salvemos las 2 vidas”. Según las iglesias que llevaron adelante la convocatoria, hay más de medio millón de personas congregadas en el centro de la ciudad. Números más, números menos, lo cierto es que tanto las imágenes de 2008 como las de 2018 reflejan la enorme capacidad de movilización con la que cuenta un amplio sector del evangelismo en Argentina.
LA INMENSA MINORÍA
Según datos de la Segunda Encuesta Nacional sobre Creencias y Actitudes Religiosas en Argentina (2019), coordinada por investigadores del CEIL-CONICET, actualmente alrededor de un 15,3% de la población se identifica como evangélica. En 2008, cuando se realizó la primera edición de esta encuesta, los evangélicos representaban un 9% de la población argentina. Es decir, en solo diez años la población evangélica aumentó un 70%.
En términos demográficos, el catolicismo continúa siendo la religión dominante en el país: según la misma encuesta, los católicos representan actualmente a casi el 63% de toda la población. Sin embargo, observando el crecimiento exponencial del evangelismo en el país –especialmente entre los sectores populares y en los márgenes de los grandes centros urbanos– resulta evidente que los evangélicos forman un actor social y político cada vez más relevante.
El aumento de fieles evangélicos y el consecuente incremento de su influencia en la discusión pública no es un fenómeno exclusivo de nuestro país.
El aumento de fieles evangélicos y el consecuente incremento de su influencia en la discusión pública no es un fenómeno exclusivo de nuestro país. Por el contrario, todo el continente latinoamericano exhibe un crecimiento en el número de evangélicos y, junto con ello, un involucramiento cada vez más activo de creyentes en la agenda política. Ello se vio con claridad en muchas de las elecciones celebradas en América Latina durante el 2018. En Chile, Piñera atrajo el voto de sectores evangélicos incorporando referentes de esta corriente religiosa en su equipo de campaña. En Colombia, el actual presidente Duque contó con el respaldo del partido evangélico MIRA; a su vez, en esas mismas elecciones, un predicador evangélico –Jorge Trujillo– fue candidato a presidente. También en las elecciones presidenciales de Venezuela de aquel año hubo presencia de un pastor evangélico, Javier Bertucci, quien obtuvo el tercer puesto en el escrutinio total. En México, el partido Morena, que llevó a Andrés Manuel López Obrador a la presidencia del país, se presentó en alianza con el Partido Encuentro Social, una agrupación de origen evangélico. En Costa Rica, el pastor evangélico Fabricio Alvarado llegó al ballotaje presidencial, en el que obtuvo casi un 40% de los votos. Sin embargo, posiblemente el caso más evidente de este fenómeno haya sido el de Jair Bolsonaro, quien hace algunos años –pese a provenir del catolicismo– hizo un guiño directo a los evangélicos al ser bautizado en el río Jordán y cuya candidatura presidencial contó con un amplio apoyo de buena parte del sector evangélico brasileño (principalmente pentecostal).
En nuestro país, la representación política del evangelismo ha sido, por lo general, escasa y limitada a individualidades específicas. El caso más notable posiblemente sea el de la ex diputada nacional y ex candidata a vicepresidenta Cynthia Hotton, quien luego de su etapa como legisladora del PRO –durante la cual se volvió popular por su activo rechazo a la aprobación del matrimonio igualitario– fundó su propio partido confesional “Valores para mi País”, que en las últimas elecciones integró el Frente NOS acompañando la candidatura a presidente de Gómez Centurión. Sin embargo, en los últimos años comenzó a advertirse una participación electoral mayor de candidatos evangélicos (sobre todo, a nivel legislativo), que se profundizó aún más a partir del debate por el aborto en 2018. Así, en la actualidad hay al menos cuatro diputados/as nacionales –todos del interbloque Juntos por el Cambio– cuya fe evangélica es reconocida públicamente: Estela Regidor (Corrientes), David Schlereth (Neuquén), Gustavo Hein (Entre Ríos) y Dina Rezinovsky (CABA). A ellos se suman diputados provinciales, como el pastor Walter Ghione en Santa Fe, y algunos concejales y consejeros escolares. Sin embargo, las elecciones de 2019 han demostrado el potencial electoral del evangelismo: se estima que hubo en total más de 200 candidatos evangélicos a diferentes cargos electivos, lo cual garantizaría la base política para las actuales negociaciones por el armado de un partido nacional que nuclee a los evangélicos con miras a competir en las elecciones legislativas de 2021.
PROTESTANTISMO HISTÓRICO Y EVANGELICALISMO: EL GRAN CISMA EVANGÉLICO
Lejos de la homogeneidad a la que muchas veces pareciera apelarse para describir al ethos evangélico, lo cierto es que se trata de un movimiento religioso que hacia el interior se caracteriza por su diversidad. En buena medida, ello se relaciona con uno de los pilares de la Reforma protestante: la libre lectura e interpretación de las Sagradas Escrituras. En este sentido, a diferencia de otros credos –como el catolicismo–, el evangelismo no depende de una estructura eclesiástica jerárquica y centralizada, sino que prevalece el principio de autonomía en cada congregación. A su vez, existe una amplia pluralidad de denominaciones y corrientes doctrinarias. Aún así, en nuestro país es posible identificar al menos dos grandes grupos con límites más o menos definidos: el protestantismo histórico y el evangelicalismo.
En el primer caso, nos referimos a iglesias que en su mayoría comenzaron –al decir de Paula Seiguer– como “iglesias de trasplante”: es decir, iglesias europeas y norteamericanas que con la llegada de inmigrantes durante el siglo XIX y hasta las primeras décadas del XX se “trasplantaron” en nuestro país, pero manteniendo sus tradiciones de origen. Dentro de este grupo podemos mencionar, entre otros, a luteranos, anglicanos, presbiterianos, metodistas y valdenses. Todas estas comunidades se encuentran actualmente agrupadas en la Federación Argentina de Iglesias Evangélicas (FAIE).
Lejos de la homogeneidad a la que muchas veces pareciera apelarse para describir al ethos evangélico, lo cierto es que se trata de un movimiento religioso que hacia el interior se caracteriza por su diversidad. En el coexisten grupos diversos, entre los que se destacan el protestantismo histórico y el evangelicalismo.
Si bien existen matices al interior de cada grupo, en general todos ellos comparten una visión laica de la relación entre Estado y religión, y adhieren a una hermenéutica de la Biblia que se aleja del literalismo y, en su lugar, busca reinterpretar el texto bíblico a la luz de su contexto histórico. Hilario Wynarczyk caracteriza a estas iglesias como “liberacionistas”, dado que muchas de ellas establecieron afinidad con la teología de la liberación y lazos ecuménicos con los sectores más progresistas del catolicismo, además de un histórico compromiso con la defensa de los derechos humanos.
Sobre este último punto, debemos mencionar que las iglesias protestantes han cumplido un rol fundamental en la historia reciente de nuestro país. A modo de ejemplo, en octubre de 1973, poco después del golpe de Estado contra el gobierno de Salvador Allende, las iglesias Metodista, Luterana Unida y Evangélica del Río de la Plata crearon la Comisión Argentina para los Refugiados (CAREF) destinada a dar asilo a exiliados chilenos perseguidos por la dictadura de Pinochet. Asimismo, muchas de las iglesias protestantes formaron parte de la fundación de dos organismos esenciales en la lucha por los derechos humanos en nuestro país: la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH), en 1975, y el Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos (MEDH), en 1976. A modo de anécdota, también podemos mencionar que las primeras reuniones que luego darían origen a las agrupaciones “Madres de Plaza de Mayo” y “Familiares de Detenidos-Desaparecidos” tuvieron lugar en el sótano de la iglesia metodista de Flores. Años después, con la llegada de la democracia, muchos protestantes participaron activamente en las investigaciones llevadas adelante por la CONADEP. Hasta el día de hoy, gran parte de las iglesias agrupadas en FAIE suelen participar de las marchas en Plaza de Mayo cada 24 de Marzo, y emiten declaraciones públicas en conmemoración del reclamo por “Memoria, Verdad y Justicia”.
Dentro del segundo grupo, al que Wynarczyk denomina “conservador bíblico”, encontramos principalmente a las iglesias hermanos libres, bautistas y pentecostales. Estas comunidades se caracterizan por un fuerte llamado misionero evangelizador y, a diferencia de las iglesias protestantes históricas, tienden a la expansión territorial y a fomentar la multiplicación numérica de sus fieles. Este grupo representa al sector mayoritario del evangelismo local: de acuerdo a la mencionada encuesta del CONICET, solo los pentecostales constituyen alrededor del 85% de la población evangélica argentina. A diferencia del protestantismo histórico, las iglesias “evangelicales” tienden a realizar una lectura literal de la Biblia, lo cual deriva en posicionamientos ortodoxos y conservadores en diferentes temas, sobre todo, en materia de género y moral sexual. La mayoría de estas iglesias se agrupan en la Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas de la República Argentina (ACIERA) y, en el caso de las iglesias pentecostales, también en la Federación Confraternidad Evangélica Pentecostal (FeCEP).
Marcos Carbonelli, doctor en Ciencias Sociales e investigador del CONICET especializado en política y religión, explica que durante la década del 90’ hubo una importante persecusión mediática contra los evangélicos, a quienes se acusaba de ser miembros de una secta peligrosa para la sociedad argentina
Si bien las diferencias entre FAIE y ACIERA siempre estuvieron delineadas, hasta hace algunas décadas el contraste público entre ambas asociaciones no era tan evidente. Marcos Carbonelli, doctor en Ciencias Sociales e investigador del CONICET especializado en política y religión, explica que durante la década del 90’ hubo una importante persecusión mediática contra los evangélicos, a quienes se acusaba de ser miembros de una secta peligrosa para la sociedad argentina. Frente a ello, desde el evangelismo se adoptó una posición unificada y tanto ACIERA como FAIE impulsaron conjuntamente multitudinarias movilizaciones frente al Obelisco en reclamo por una mayor libertad e igualdad religiosa.
Sin embargo, esta alianza entre ambas organizaciones tuvo una vida corta. Carbonelli explica que a partir de 2003, a raíz de las discusiones acerca de la ley de unión civil y los proyectos de ley de educación sexual en la Ciudad de Buenos Aires, comenzaron a acentuarse las posiciones contrapuestas. No obstante, fue a partir del debate en torno a la ley de matrimonio igualitario cuando se consolidó el clivaje entre ambos sectores evangélicos. En 2010, las iglesias evangélicas agrupadas en ACIERA se manifestaron públicamente en contra del matrimonio y de la adopción por parte de parejas del mismo sexo, en función de lo cual convocaron a marchas masivas frente al Congreso en rechazo al proyecto de ley. Frente a ello, muchas iglesias protestantes respondieron con una posición más permisiva, defendiendo el carácter laico del Estado, lo que se reflejó en declaraciones públicas ante los medios y en su apoyo a agrupaciones como la Federación Argentina de LGBT. Durante aquel debate, desde ACIERA se buscó apelar a un “nosotros evangélico” totalizador, con el fin de procurar constituirse en el representante legítimo del evangelismo como sujeto político.
Amplios sectores de la izquierda y también del feminismo tendieron a englobar al evangelismo en su conjunto dentro de la categoría de “antiderechos”. A su vez, muchos medios de comunicación se hicieron eco de esta generalización, que continúa vigente en el imaginario social hasta el día de hoy.
Con el debate por la legalización de la IVE, nuevamente cobró relevancia esta división entre ambas corrientes evangélicas. En la esfera pública, sin dudas la voz evangélica que predonimó fue la del sector identificado con los pañuelos celestes. Las principales movilizaciones de la campaña “Salvemos las 2 vidas” tuvieron entre sus organizadores a pastores de ACIERA, quienes a su vez promovieron una activa presencia en las redes sociales y también en los barrios. Frente a estas acciones, desde amplios sectores de la izquierda y también del feminismo se tendieron a englobar al evangelismo en su conjunto dentro de la categoría “antiderechos”. A su vez, muchos medios de comunicación se hicieron eco de esta generalización, que continúa vigente en el imaginario social hasta el día de hoy. Sin embargo, como veremos a continuación, dentro del evangelismo existe una minoría cuya posición se encuentra muy lejos de la prohibición de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres y demás personas gestantes.
PROTESTANTES POR EL DERECHO A DECIDIR
El pasado viernes 4 de diciembre se organizó un encuentro entre el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación y diversas iglesias representativas del protestantismo histórico y espacios religiosos ecuménicos que acompañan el proyecto de la IVE. En representación de la Iglesia Evangélica Luterana Unida (IELU) participó Wilma Rommel, pastora luterana e integrante de la Junta Directiva de CAREF. Rommel, quien en 2018 disertó como expositora en las audiencias ante el Congreso, fundamenta su posición a favor de la legalización en elversículo 10:10 del Evangelio de Juan. “Para tener vida en abundancia, primero es necesario gozar de dignidad y libertad para decidir”, explica. “Yo no estoy a favor de la práctica del aborto, pero si tuviera que votar la ley levantaría las dos manos a favor”. En este sentido, la pastora remarca que la IVE no es un asunto religioso, sino de derechos humanos y, sobre todo, de salud pública. Parafraseando una cita de la teóloga alemana Dorothee Sölle, Rommel afirma que “Dios llora cuando ve a un ser humano desangrándose por una injusticia social, pero también llora cuando una mujer se desangra por un aborto clandestino”.
Wilma Rommel, pastora de la Iglesia Evangélica Luterana Unida, afirma: “Yo no estoy a favor de la práctica del aborto, pero si tuviera que votar la ley levantaría las dos manos a favor”.
Un punto que destaca Rommel, y que se reitera en cada una de las demás entrevistas, es la absoluta relevancia que tiene la Educación Sexual Integral (ESI) en la discusión acerca del aborto. En este sentido, gran parte de las iglesias protestantes trabajan este tema desde hace años a través de talleres y charlas gratuitas. Américo Jara Reyes, obispo de la Iglesia Evangélica Metodista Argentina (IEMA) y también expositor a favor de la IVE ante el Congreso en 2018, considera que el debate por el aborto no puede disociarse del debate por la ESI. Por otra parte, menciona que no entiende la oposición a la ESI por parte de aquellos sectores que se oponen al aborto (al respecto, vale recordar la campaña “Con Mis Hijos No Te Metas”, cuyo vocero en Argentina es el pastor evangélico Néstor Mercado). En cuanto a la postura de la IEMA sobre el aborto, Jara Reyes explica que “la voz del obispo no traduce la voz de toda la iglesia metodista”. En este sentido, aclara que no todos los miembros de la iglesia comparten la misma posición, aunque de todos modos no es un tema que genere divisiones internas. Laura Piedimonte, abogada y vicepresidenta de la Junta General de la IEMA, se encuentra entre quienes mantienen una clara posición a favor de la aprobación de la IVE. Para ella, “la vida es un don de Dios y ningún cristiano podría decir que está a favor del aborto”; sin embargo, ella defiende la idea de un “evangelio que libere, no que oprima” y entiende que “la función de la iglesia no es juzgar ni condenar, sino sostener la mano y acompañar”.
Claudia Tron es pastora de la Iglesia Evangélica Valdense del Río de la Plata y acompaña a las comunidades de Paraná y Santa Fe. La mayor presencia de la Iglesia Valdense en el Río de la Plata se encuentra del lado uruguayo, donde el aborto es legal desde 2012. La experiencia en el país vecino –a partir de la legalización no solo se redujeron considerablemente la mortalidad materna y las complicaciones por abortos clandestinos sino que también disminuyó el número de interrupciones voluntarias del embarazo– consolidó aún más la posición de muchos valdenses a favor de la legalización de la IVE como un asunto de salud pública. Tron cree en “un Dios que nos permite acceder a la libertad” y cuyo plan para la humanidad “es la esperanza de una vida plena y digna”. En esta línea, considera que la clandestinidad del aborto atenta directamente contra la libertad y la esperanza de las mujeres. A su vez, afirma que “el aborto es consecuencia de pecados estructurales (entre ellos, la pobreza y la desigualdad de género), de los cuales el cristianismo también es responsable”.
Claudia Tron, pastora de la Iglesia Valdense en el Río de la Plata, cree en “un Dios que nos permite acceder a la libertad” y cuyo plan para la humanidad “es la esperanza de una vida plena y digna”. En esta línea, considera que la clandestinidad del aborto atenta directamente contra la libertad y la esperanza de las mujeres.
En cuanto a la posición de la FAIE, su actual presidente y pastor metodista retirado, Néstor Míguez (quien también participó como expositor en el debate de 2018 en el Congreso), explica que no todas las iglesias que integran la Federación están a favor de la legalización de la IVE. Por lo tanto, a fin de respetar la pluralidad interna de la organización, no han emitido ninguna declaración pública a nivel institucional. Sin embargo, en cuanto a la posición particular de Míguez, reivindica un enfoque fuertemente comprometido con el laicismo estatal. En tal sentido, considera que el “Estado no debe ser el guardián de las creencias religiosas de ningún grupo” y que “la ley no debe prohibir, sino facilitar y posibilitar la toma de decisiones en el ámbito personal”. A su vez, considera que el actual proyecto –que ya cuenta con media sanción en Diputados– presenta mejoras en comparación al de 2018, ya que pone el foco en el acompañamiento y en la contención de la persona, con independencia de la decisión que finalmente adopte.
“LAS PENTECOSTALES TAMBIÉN ABORTAMOS”
Si bien hemos mencionado que la mayor parte del pentecostalismo en Argentina –agrupado en ACIERA y FeCEP– sostiene una posición abiertamente en contra de la legalización del aborto, incluso al interior de este movimiento es posible encontrar algunas excepciones.
Guillermo Prein es el pastor fundador del Centro Cristiano Nueva Vida (CCNV), una megaiglesia pentecostal de más de 30 mil fieles que se caracteriza por llevar adelante una intensa acción social. Prein, a quien en una reciente nota lo definieron como una “oveja negra” dentro del pentecostalismo, explica que “en nuestra iglesia hacemos todo para que no haya abortos, pero si los hay, no juzgamos: amamos”. El CCNV cuenta con un cuerpo pastoral de más de 500 personas, entre quienes se encuentran tanto pastores/as a favor como en contra de la legalización de la IVE. Dado que en esta iglesia todas las decisiones se toman por unanimidad, han decidido no manifestar su apoyo “a ninguno de los dos pañuelos”. Sin embargo, hay un punto en el que todos sus miembros coinciden: la enseñanza de la ESI en los barrios es el pilar fundamental para prevenir embarazos no deseados, algo que Prein impulsa desde hace varias décadas en cada comunidad en la que ha servido.
Guillermo Prein, pastor pentecostal, asegura: «en nuestra iglesia hacemos todo para que no haya abortos, pero si los hay, no juzgamos: amamos»
En la misma línea opina Alexis Kalczynski, quien además de ser un miembro activo del CCNV, dirige el Observatorio de Igualdad Religiosa e integra la secretaría de Promoción de un Estado laico de la APDH. Kalczynski insiste en que la legalización de la IVE no depende de una cuestión de fe, sino de salud pública, y que su prohibición atenta contra una de las bases del sistema republicano: la libertad. A su vez, frente a los creyentes que argumentan en contra del aborto por considerarlo un pecado, Kalczynski alega que “pensar que toda gestación es por voluntad divina sería ir en contra del libre albedrío que el propio Dios le dio a los humanos”.
No obstante, quizás el caso más llamativo sea el de Gabriela Guerreros, activista por los derechos LGBTTI y pastora pentecostal de la comunidad Dimensión de Fe, una iglesia en la que los liderazgos son ocupados mayoritariamente por mujeres y que se caracteriza por una posición abiertamente inclusiva hacia la comunidad travesti/trans y otras identidades de género. Una entrevista que le realizaron en abril de 2018, pocos días antes de su intervención ante el Congreso, conmocionó a todo el ambiente pentecostal argentino: allí la pastora se animó a exponer la realidad que se vive en los barrios, en los que incluso mujeres evangélicas pentecostales se someten a abortos clandestinos. En aquel entonces, desde diferentes sectores pentecostales salieron a negar que Dimensión de Fe perteneciera al pentecostalismo. Sin embargo, Guerreros reivindica al evangelismo pentecostal como un movimiento popular diverso, que dentro de sus múltiples variantes también admite una teología feminista. Para ella, el evangelio es “vida en abundancia” y la legalización del aborto “también es una forma de celebrar la vida, porque permite dar la posibilidad al proyecto de vida personal y reconocer la autonomía de las personas gestantes sobre sus propios cuerpos”.
Hay que mencionar que ni la iglesia de Prein ni la de Guerreros actualmente forman parte de ACIERA.
CONSIDERACIONES FINALES
Dentro de aquel 15,3% que representa la población evangélica en Argentina, Carbonelli explica que menos de un 5% se identifica con alguna de las corrientes del protestantismo histórico. A su vez, dentro de ese reducido porcentaje, no todas las iglesias comparten una misma posición en temas como diversidad sexual o aborto. En este sentido, Pablo Semán, doctor en Antropología Social e investigador del CONICET especializado en culturas populares y religión, opina que “en el imaginario colectivo de los partidarios de la IVE existe cierta sobrerrepresentación de los evangélicos que están a favor de la legalización” y, en función de ello, sugiere que el diálogo desde la izquierda no debería limitarse únicamente al intercambio con los sectores evangélicos más progresistas. Por el contrario, Semán considera que sería posible –e incluso esperable– que se trazaran puentes con las iglesias evangélicas más allá de la cuestión del aborto, especialmente al interior de los sectores populares donde “a diferencia de las clases medias, los contrastes entre verdes y celestes se relativizan”.
Para el antropólogo Pablo Semán, la izquierda no debería limitarse únicamente al intercambio con los sectores evangélicos más progresistas. Considera que sería esperable que se trazaran puentes con las iglesias evangélicas más allá de la cuestión del aborto, especialmente al interior de los sectores populares donde “a diferencia de las clases medias, los contrastes entre verdes y celestes se relativizan»
Sin dudas, sería plausible que desde la izquierda democrática se ensayaran alianzas dentro de los barrios con las iglesias evangélicas, cuya labor social cumple allí un rol primordial. Sin embargo, ante un debate tan polarizado, en el que pareciera consolidarse el “sector celeste” como la única voz evangélica que se oye en la discusión, no debemos restar importancia al hecho de que existan muchas/os evangélicas/os comprometidas/os con defender los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres y personas gestantes, especialmente de aquellas con menores recursos, quienes en un contexto de clandestinidad resultan ser siempre las más vulnerables. Frente a tal coyuntura, esta distinción debería ser suficiente para no incluir a todas las personas evangélicas dentro de la misma bolsa.
Fuente: La Vanguardia Digital