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Así como la legalización del aborto en Argentina entusiasmó a varios países latinoamericanos y reubicó el tema en la opinión pública, en otros hubo reacciones negativas y hasta amenazas de retroceder aún más en los derechos sexuales y no reproductivos de las mujeres y personas gestantes.

El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, fue uno de los primeros en manifestar su opinión: “La vida de los niños argentinos ahora está sujeta a ser terminada en el vientre de sus madres con el consentimiento del Estado”, escribió en un tuit y agregó: “En la medida en que dependa de mí y de mi gobierno, el aborto nunca será aprobado en nuestro suelo. ¡Siempre lucharemos para proteger la vida de los inocentes!”

Las expresiones de Bolsonaro no sorprenden: el ex militar de extrema derecha basó su triunfo electoral en sectores conservadores de las iglesias evangelistas. Su ministra de Derechos Humanos y de la Mujer, la pastora Damares Alves, el año pasado utilizó su poder para intentar evitar un aborto de una niña de 10 años en el estado de Alagoas que había sido violada por su padrastro. El 29 de diciembre, día del debate en el Senado argentino, publicó en su Instagram un texto que tituló: “Orando por Argentina”. Por supuesto, en contra de la legalización.

Este lunes, Bolsonaro volvió a repudiar la ley argentina de interrupción voluntaria del embarazo y afirmó: “Nuestro Congreso no aprobaría el aborto. Y yo, en todo caso, lo vetaría”.

En Puerto Rico el aborto es legal porque así lo es en Estados Unidos, desde 1973, y eso incluye a sus territorios y colonias. Pero la semana pasada, según informó el medio Todas, el Tribunal Supremo de los Estados Unidos arremetió contra ese derecho: restableció un requisito federal para que las personas gestantes que deseen interrumpir un embarazo mediante píldoras abortivas tengan que ir si o si a un hospital o consultorio médico para obtenerlas. Con la pandemia, la Secretaría de Salud y Servicios Humanos declaró la emergencia médica y levantó los requerimientos de accesos a muchos medicamentos. Pero excluyó las pastillas utilizadas para interrupciones de embarazo, aún cuando las personas gestantes sólo tienen que ingerir el medicamento en sus hogares sin supervisión médica.

Esta decisión es una clara limitación al acceso al aborto en Estados Unidos y Puerto Rico: por las condiciones de riesgo de contagio de Covid, muchas personas gestantes no podrán procurar el medicamento presencialmente.

Fuente: Cosecha Roja

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