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Ni la pandemia ni sus restricciones han impedido a los portugueses conmemorar el 47 aniversario de la Revolución de los Claveles, que el 25 de abril de 1974, de una manera totalmente pacífica, materializó el fin del régimen dictatorial de Oliveira Salazar, cuando un grupo de capitanes entraron en Lisboa y consiguieron, sin derramar una gota de sangre, que el entonces jefe del Gobierno, Marcelo Caetano, les entregase el poder.

Se iniciaba así un proceso que seguiría dos años después con la aprobación de la Constitución y que ha permitido que la democracia siga gozando de muy buena salud al sur del Miño cuatro décadas después.

El gran fotoperiodista Alfredo Cunha (Celorico da Beira, 1953) conocido en Portugal como el fotógrafo del 25 abril, fue testigo privilegiado de la llegada de los militares al Terreiro do Paço, donde se encontraban los principales ministerios del régimen salazarista, dirigidos por el capitán Salgueiro Maia.

«Yo tenía 20 años, trabajaba en el periódico O século, había terminado mi turno de madrugada, estaba despierto y a las seis de la mañana escuché una de las señales de la revolución que se emitieron en dos radios portuguesas, Radio Comercial y Renascença», explica a La Voz Cunha. «Llamé al periódico y me planté antes de las siete de la mañana en la plaza del Comercio, Terreiro do Paço, a donde estaban llegando los militares que habían salido horas antes desde Santarem», añade con gran emoción. «No me olvidaré nunca de aquel momento, porque fui el primero en llegar y me convertí en los ojos de la revolución las seis primeras horas, ya que la televisión pública, la RTP, comenzó a emitir al mediodía y los periodistas españoles y franceses llegaron al día siguiente», rememora.

Alfredo, quien a pesar de su juventud ya llevaba en la sangre el oficio, comenzó a disparar su Leica como si no hubiera un mañana. «No sentía ni las piernas, ni el cansancio, estuve dos días sin dormir, hice más de 600 fotografías, algunas todavía sin publicar, era tal la emoción que solo estando allí se puede describir» explica. El artista tiene claro cuál es la imagen que sintetiza el espíritu de abril: «Una que hice en el Chiado con dos militares con sus armas, uno de ellos tumbado y hablando tranquilamente con dos niños, mientras la gente pasaba». Y es que «fueron dos días únicos, irrepetibles en los que hubo momentos maravillosos, como cuando sobre las 11 de la mañana del 25 de abril millares de lisboetas se lanzaron a la calle para acompañar a los militares hasta el cuartel do Carmo».

El recuerdo del capitán MaiaEntre todos los recuerdos, hay dos agridulces para Cunha. Uno, «el del capital Salgueiro Maia, el líder de la revolución, ejemplar y admirable, que murió muy joven y a quien las autoridades lusas tardaron mucho en homenajear», explica, al tiempo que añade que «sin él, el 25 de abril no hubiera transcurrido así». Alfredo recuerda también que hasta que no cayó la PIDE, la policía política del régimen, dos días después, no acabó la dictadura. «La PIDE asesinó y torturó a mucha gente, de hecho, mató a cinco personas entre el 25 y el 27 de abril, cuando se soltó a todos los presos políticos y se comenzó a disolver», recuerda. La carrera profesional de Alfredo Cunha, quien sigue en activo, ha sido muy productiva. Cubrió el final de la Guerra Colonial, fue miembro fundacional de la Agencia Lusa de noticias y el diario Público.

Ha trabajado en la revista Visão y Diario de Noticias, entre otros. Fue fotógrafo oficial de los expresidentes de la República Ramalho Eanes y Mario Soares. Los últimos años ha colaborado con asociaciones humanitarias, organizado varias exposiciones, publicado nueve libros, y ultima un trabajo sobre la pandemia. «Soy fotógrafo y curioso por naturaleza y no puedo parar», confiesa. Pero «nunca me olvidaré de lo que viví el 25 abril, lo celebro cada año con más emoción, tratando de perpetuar la memoria de un momento único en nuestra historia, con los que más quiero, mi familia», culmina.

Fuente: La Voz de Galicia

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