Pachamama, Madre Tierra
En gran parte del territorio de la América del Sur, durante el mes de agosto el hombre se reconcentra en sí mismo, se recorre lentamente, por dentro. Intentando amortiguar las llagas. Acompañado por el acullico, la yista, la caja, bebidas, la baguala, cantos, danzas y muchos otros elementos más, que constituyen parte sustancial de los rituales de los habitantes del continente.
En muchos lugares de América se la venera durante agosto, porque para ellos, es el mes que significa el comienzo del año. Pero la conquista de los europeos es una realidad tangible y la imposición del Calendario Gregoriano hizo variar muchas fechas e incluso alteró algunas prácticas sin que la médula sustancial haya desaparecido. Son 500 años y diecinueve generaciones los que pasaron y que no pudieron desterrar los rituales. La Pachamama tiene que ver con una casi totalidad. La comunidad, en el sentido cósmico, que se asume en América y significa la exclusión de algo, no muy fácil de asumir, excluye lo metafísico.
No hay un ser más allá de lo cósmico. Lo cósmico es esferoide y exige un centro, ese centro que nos marca un equilibrio y se incluye también en lo óntico, en la búsqueda de un equilibrio por parte del hombre; ese centro es la Pachamama. Nos quedaron los ritos, pero en el fondo es el equilibrio. El centro de dos fuerzas contrapuestas que hacen al todo y que se renuevan la una a la otra: Tunupa y Tokapu. Después de tanto tiempo transcurrido, la ideología del pensamiento creativo americano se ha tergiversado y sólo quedan las costumbres.
Algunos afirman que jamás se la vio físicamente. Otros, por el contrario, dicen que es una anciana, que deambula por los valles y cerros, que no solo protege sus animales sino también custodia los tesoros de los antiguos creadores de las cosas. Sostienen que está en todos los lugares y en todas las cosas. Que castiga a los depredadores. Que habita en las lagunas, en las cuevas y en las apachetas. A ella se le debe ofrendar primero, y lo mejor con el inicio de las siembras, antes de iniciar las cosechas, cuando se quiere chayar una casa.
Especialmente el 1 de agosto, una especie de año nuevo andino, el día de las sahumadas, que se logra barriendo el interior de las viviendas, para recoger y quemar la Kopa (basura de los cuatro rincones), esperando la llegada del día, el amanecer, con el Koymi (resinas perfumadas) preparado y desparramar, para que nos envuelva, el humo purificador y sanador, en homenaje a los antiguos y del Sonkoy, corazón enamorado, florecen los rituales los que, como tal, tienen una alta cuota de catarsis que posibilitan la descarga de tensiones interiores. En este continente se le convida el primer y mejor bocado y los elementos más preciados en su honor. En una actitud oferente, en el marco de la milenaria concepción cosmogónica ancestral sustentada en un triángulo axiológico: hombre-naturaleza-mujer. Que no hace otra cosa que desentrañar la compleja relación del hombre con la tierra. Una pervivencia necesaria a pesar de que el tiempo dio lugar a rupturas y degeneraciones que ponen en riesgo la armonía entre el hombre y la naturaleza. Se abren bocas en la tierra, para desarrollar un ritual empapado de un fuerte carácter social y comunitario. Esas bocas reciben peticiones y agradecimientos, ofrendas y sacrificios. En ellas se mezclan coca, vino, mazapanes, comidas regionales y cigarrillos. Como pocas veces el sincretismo se manifiesta en plenitud. La pleitesía más honesta, aquella generada y transmitida de generación en generación, desde los tiempos pre-hispánicos, es decir desde no hace menos de ocho mil años. El ciclo ritual que se ofrenda a Pacha está ligado a la dualidad nacimiento-muerte, el ciclo siembra-cosecha, prosperidad-miseria. Agosto es el mes del viento rojo (Wairapuka), polvoriento y caliente, que siega más de una vida. Sobre la ya seca Puna, araña el degradado suelo, y año tras año profundiza las heridas y la vuelve más yerma, triste y desolada. Como puede observarse hablar de Pachamama es girar en un espacio cósmico donde confluyen tierra-hombre-coca-vida-muerte-alegría-desgracia. La tierra necesita ser alimentada. Todo ritual, cualquiera fuera la época tiene un fin propiciatorio, buscando protección, reproducción del ganado, abundancia en las cosechas.
El hombre existe para gozar de su compañía pero debe venerarla y para ello nada mejor que la coca, la planta sagrada, la que le permitirá a los humanos aliviar apetito, sed y fatiga. Pero la coca también está estrechamente ligada a lo cosmogónico. Lo que gira en el espacio para predecir el destino. La que se incrusta en la boca abierta en la tierra para configurar la corpachada como expresión mágica de unidad cósmica. Para conocer su voluntad, los viejos portadores de la sabiduría, los Hachas Chilas, la consultan por medio de las hojas de coca, que arrojaban al aire y en base a cómo quedaban distribuidas en el suelo, daban a conocer sus disposiciones.
Ese día observamos la naturaleza para anticipar cómo será el futuro, ese día se cuentan los animales, se observa si la arena del río cubre las piedritas con alguna capa espesa o no, si la vaca muge con alegría o con cierta pena; si la caída de los chorros de agua es con fuerza y estrepito o no; si los pescaditos del río están desarrollados y abundan. Si al levantar una piedra chica o grande, está el suelo seco o húmedo, podremos predecir si será un año de lluvias abundantes o será de sequías. Si la arena que cubre las piedras del río es gruesa o fina, si es poca o mucha, ese indicará sembrar kañinua, o quinua o cebada. Si el Lakko cubre bien los ríos o es escaso indicará si será bueno el cultivo de todos los productos. Todas estas cosas y más se observan durante la primera quincena del mes de Agosto, fijando más atención en el primero. Se observa la potencialización del ciclo de la vida en el eterno renacer, ante la presencia de la dualidad nacer-morir, hay que alegrarse de los nuevos retoños y pedir que no llegue la muerte, es la dura lucha del hombre contra la falta de agua, el frío, las heladas a destiempo o la enfermedad.
La Pacha es: origen, misterio y destino/ dadora de vida, madre y guía/compañera, la Mulluna misma./Desde el inicio de los tiempos/nos espera al final del camino/para que podamos mirarnos/en la ancianidad de su rostro./Wiracocha ordena abrir bocas/ con ritual de Hachas Chilas/para que reverdezcan surcos /desparramando en cementeras/el agua regadora y germinante/de maíz con granos convertidos/en esa chicha machadora/que nos acaricia en un agosto,/una protectora Mama Zara/y, en el regocijo del descanso,/nos acompañe dulcemente/convertida en Mama Quilla,/es decir en madre luna./Desde la centralidad ontológica/la Mulluna eleva canto gozoso/peticiona multiplico y alegría,/alejando para siempre la tristeza/y ser parte definitiva del Chayaco/mientras el retumbo de la tinya/nos acerca el calor del acuyico/para desterrarlo al Tocapu/ Merecemos tener paz,/abundancia de trabajo,/resguardada dignidad/ después de tanto llanto,/acceder a la verdad/sin apelar a la venganza./ Reintegrado en la balanza/Tunupa garantiza la justicia/ apostamos a la esperanza./Pachamama Kusiya-Kusiya.
Fuente: Télam.