Noticias | septiembre 9, 2022

Brasil: el secuestro de la patria en plena campaña a la reelección


Las celebraciones por los 200 años de independencia de Brasil, realizadas el miércoles pasado en Brasilia, Río de Janeiro y San Pablo, estuvieron lejos de ser una fiesta patria. En plena campaña electoral para la reelección, y con una clara apropiación de la fecha a pocas semanas de la primera vuelta, lo que históricamente fue una solemnidad despojada de cualquier alusión partidaria se convirtió en un acto en homenaje al actual presidente y candidato a la reelección, Jair Bolsonaro.

Las celebraciones comenzaron cerca de las 8 de la mañana con las tradicionales demostraciones militares de la Fuerza Aérea, la Marina y el Ejército, frente al Palacio de Alvorada, en Brasilia, la capital del país. Allí y desde muy temprano, electores del mandatario comenzaron a llegar con banderas y camisetas de Brasil para participar del discurso que más tarde pronunciaría Bolsonaro.

En horas del mediodía, y con el tradicional show de las Fuerzas Armadas ya finalizado, el presidente tomó el micrófono y se dispuso a discursar durante 12 minutos. Bolsonaro encaró su discurso instando a la militancia a conseguir más votos: “Vamos a votar, vamos a convencer a los que piensan diferente de nosotros, vamos a convencerlos de lo que es mejor para Brasil”.

En tono de campaña y con un gesto dirigido hacia un electorado más conservador pero indeciso sobre su voto, el candidato continuó su discurso diciendo: “Somos una patria mayoritariamente cristiana que no quiere la liberación de las drogas, que no quiere la legalización del aborto, que no admite la ideología de género”. Poco después, se refirió a su esposa como “una mujer de Dios y de familia”, tras lo cual protagonizó el momento más grotesco del discurso, al referirse a sí mismo y en tono jocoso como “imbrochável”, un neologismo que remite a un hombre que siempre está listo para tener relaciones sexuales.

A diferencia de lo ocurrido el 7 de septiembre de 2021, en esta oportunidad no hubo alusiones a la supuesta vulnerabilidad de las urnas electrónicas. Tampoco se escucharon insultos a los miembros de la Corte Suprema y fueron pocas las consignas que se vieron con pedidos de intervención militar, destitución de los ministros de la Corte y el cierre del Congreso.

Lo que en horas previas a la fecha prometía ser el último intento de golpe para garantizar su permanencia en el poder, los actos por el bicentenario de la independencia brasileña fueron, sobre todo, un culto a la figura del presidente en plena campaña electoral y a pocos días de las elecciones.

El secuestro de la patria en Copacabana
La convocatoria para participar del acto comenzó a las 10 de la mañana. Debido al feriado nacional, la Avenida Atlántica, ubicada frente a la playa carioca, se encontraba cerrada para el tránsito, motivo por el cual tanto quienes se dirigían hacia el lugar donde sería el acto, como quienes disfrutaban del día libre circulaban por las calles caminando y en bicicleta. Con el correr de las horas, las banderas y camisetas de Brasil comenzaron a conformar una marea verde amarela. Entre quienes la conformaban, también se destacaba un vestuario con la imagen del presidente o el slogan de la campaña de 2018 que rezaba “mi partido es Brasil”.

Con la temperatura aumentando al ritmo de la multitud que se aglomeraba y el sol marcando el mediodía, la jornada parecía prometer que el acto convocado por Bolsonaro dejaría la foto necesaria para encarar los últimos días de la campaña. A pocos metros de uno de los escenarios montados, un hombre con un cuaderno y lapicera en mano preguntaba a los que pasaban a quién votarían el próximo 2 de octubre. “Esta es la encuesta que vale, es la encuesta data pueblo”, decía a los consultados mientras mostraba los resultados obtenidos hasta el momento. Bolsonaro aparecía en primer lugar indiscutido sobre un Lula sin ningún voto, algo esperable en aquel contexto donde sólo había militantes bolsonaristas.

Llegando al escenario principal, la banda del Ejército entonaba una versión sinfónica del clásico “Garota de Ipanema”. La música de la banda se mezclaba con los jingles de campaña que llegaban desde los carros de sonido, ubicados algunos metros más atrás, varios de ellos al ritmo del funky carioca, donde el llamado a Dios y a la defensa de los valores tradicionales se mezclaban con ataques al ex presidente Lula.

Mientras la gente se agolpaba frente al escenario, una señora rubia con anteojos de sol y bandera en la espalda observaba pasar a un hombre negro, mientras comentaba que seguramente se trataba de un “infiltrado” que habría enviado “la izquierda”. Más adelante, una mujer advertía sobre las diferencias entre lo que supuestamente podía ocurrir si la celebración del día de la independencia estuviera organizada por agrupaciones progresistas. “Si fuera una marcha de la izquierda, no podés andar con la cámara colgada”, le dijo a una joven que sacaba fotos, en referencia a las posibilidades de que pueda ser víctima de un robo, algo que, en ese contexto, donde los “ciudadanos de bien” eran mayoría, dicha escena sería impensada.

Con pocas alusiones a la fecha en cuestión y una multitud ansiosa esperando la llegada de Bolsonaro, la pregunta acerca del motivo de la participación en el acto del bicentenario se volvió urgente. “Yo vine a homenajear al presidente Bolsonaro” dijo Jorge, que vestía una bandera de Brasil como si fuera una capa. “Bolsonaro es el mejor presidente que tuvo Brasil, no es corrupto y es una persona en la que Brasil puede confiar”, aseguró. A pesar de las sospechas de corrupción del clan presidencial, que surgieron luego de que se conociera la compra de 51 inmuebles en especias valuados en 26 millones de reales, para quienes estaban participando del evento el presidente es considerado un “héroe nacional”.

Con la llegada de Bolsonaro a Copacabana, la ovación fue seguida de las tradicionales demostraciones de las Fuerzas Armadas en el cielo carioca como antesala del discurso más esperado. Cuando hizo uso de la palabra, Bolsonaro animó a los presentes con ataques a Lula, a quien llamó de “bandido de nueve dedos”, generando la algarabía de todos los presentes. Previo a la llegada del capitán, sus seguidores dedicaron al ex mandatario lo que fue sin duda el hit de la jornada: “Lula ladrón, tu lugar es en la prisión”.


Imagen: Ana Dagorret

Con el sol escondiéndose detrás de los edificios y sin más atracción que el discurso de Bolsonaro, los festejos se fueron vaciando. Lo que horas antes era una marea verde amarela de a poco volvía a ser la tradicional Avenida Atlántica. “Yo vine al acto porque soy carioca, soy patriota y apoyo al presidente Bolsonaro”, afirmó Franchesco, un hombre de unos 60 años vestido con una camiseta de la selección. “No aguantamos más a la izquierda y al comunismo, y él representa todos nuestros valores”, decretó el señor, dando por hecho que se trataba de un homenaje al presidente y no del bicentenario de la patria.

Con un tono distinto al de 2021, debido a la presión que enfrenta el Ejecutivo por sus constantes ataques contra las instituciones y la democracia, la celebración de la independencia de Brasil dejó como marca una sensación de secuestro. A pocos días de la primera vuelta de las elecciones, y con la encuestas indicando una clara desventaja del actual mandatario en un escenario por demás polarizado, el bicentenario de la patria será recordado más como un auto homenaje del presidente a pocos meses de tener que dejar su cargo que como una fiesta nacional por los 200 años de independencia.

Fuente: Ana Dagorret para La tinta / Foto de portada: Ana Dagorret

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