Comunidad Pentecostal Dimensión de Fe | enero 9, 2023

Gauchito Gil, siempre cercano


El lunes volví en remís de la Unidad 8 de La Plata. Fue un día bastante largo, propio, quizás, del fin de año. Pero propio también de un contexto un poco desalentador.

Sin embargo, me subí a ese auto, no sin antes observar -algo impactada, debo admitir- la cantidad de estampitas, parches y telas que tenía en vidrios y colgantes, todas con la cara grabada del Gauchito Gil.

Admito, también, que subir a un auto manejado por un desconocido siempre me genera cierto resquemor. Esta vez no sentí lo mismo.

Las palabras tranquilidad y seguridad me invadieron la cabeza. Me subí. El conductor era, claramente, devoto del Gauchito, por lo cual decidí empezar una conversación al respecto. Le mostré mi llavero y sonrió. Me dijo que sus 5 hijos e hijas tienen como segundo nombre Antonia/o. Me contó anécdotas. Con algunas me reí, con otras pensé y mucho. Devolví a las suyas con mi historia familiar. Que siempre fui agnóstica pero que hace un año aproximadamente había empezado a creer en el Gaucho. Se puso contento.

Hoy, miércoles, caminaba por calle 3, en La Plata y lo vi pasar. Rápidamente lo identifiqué, ¿cómo no hacerlo? sonreí.

Sentí que algo me acariciaba el corazón y me pedía paciencia. Le creí. Llegué a mi casa, preparé mis cosas y arranqué de nuevo porque el fin de año es así, atareado. Subí al micro. Me llamó poderosamente la atención que un pibe estuviera entregando estampitas.

Hace muchísimo tiempo no veía esa situación en un transporte de esas características. En el subte, en el tren, sí. Pero en el micro… meses sin verlo. No le di mucha bola porque no tenía un peso, sabía que no lo iba a poder ayudar con eso. Igual me dio una.

Atenta al celular, esperando algún mensaje o ninguno, decidí mirarla y entonces la observé. Era del Gauchito. Dije, «bueno». Y pensé. Pensé mucho. Otra vez. Me tranquilicé. Venía agitada, muy pensativa. Una amiga me dijo: ¿el universo te estará indicando que estás haciendo las cosas bien? Tal vez.

Tal vez sea el acompañamiento que necesito ahora. Quizás hablar con vos, Gauchito, sea una nueva forma de aflojar.
Gracias, Gauchito.

Te debo un pucho y mucho vino. Salud.

Julia
Periodista y docente en cárceles.

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