Argentina en llamas. Voces urgentes para una ecología política del fuego”
Parece mentira: mientras se presentaba “Argentina en llamas. Voces urgentes para una ecología política del fuego”, ardía el cerro Uritorco. Desde el sábado, bomberos, brigadas forestales y habitantes de la zona buscan contener un incendio complicado, no solo por la ladera con una pronunciada pendiente, sino por un intenso viento que vuelve aún más adversas las condiciones.
En los últimos años, no solamente Córdoba se incendia. El mapa pintado de naranjas y rojos se extiende por todo el país. Marina Wertheimer y Soledad Fernández Bouzo son las coordinadoras de un libro que reúne más de 20 miradas sobre el significado del fuego, de los incendios, el humo y las estrategias de resistencia ante un contexto que parece empeorar. ¿Por qué Argentina arde, a lo largo y ancho de su territorio, desde los bosques patagónicos al monte cordobés, pasando por los humedales rosarinos? ¿Cómo podemos apagar el fuego, defendernos de este humo que no nos deja respirar?
El sábado, organizada por la Brigada Forestal Colibrí y La Granja Pueblo Monte, la presentación del libro de la Editorial -independiente y autogestiva- El Colectivo colmó el Salón “Iria Berutto” sobre la E53 y contó con muestras de artistas locales que compartieron dibujos, pinturas, bordados, esculturas, fotografías y poesía.
Marina Wertheimer es doctora en Ciencias Sociales (UBA), investigadora del CONICET y docente. Investiga conflictos ambientales y procesos extractivistas en áreas protegidas por la Ley de Bosques, tanto en áreas urbanas como rurales de Argentina. “Argentina está incendiada en todo su territorio”, dice en diálogo con La tinta.
En nuestro país, informan en la publicación, el fuego alcanzó cifras récord en los últimos meses. En 2022, se contabilizaron más de 700 mil hectáreas (ha) afectadas por el fuego, más del doble que en 2021, pero considerablemente menos que en 2020, cuando la superficie alcanzada fue mayor a un millón de ha. El año pasado, la provincia con mayor superficie incendiada fue Salta, con 126 mil ha quemadas, seguida por San Luis, con 121 mil ha, y Corrientes, con 89 mil. Durante 2021, la provincia más afectada fue Córdoba, con más de 300 mil ha prendidas fuego.
“Otro dato que ilustra la gravedad de esta oleada de incendios es que se vieron afectadas áreas tradicionalmente ‘húmedas’ de las provincias de Buenos Aires, Santa Fe y Entre Ríos, particularmente en la zona de humedales”, enfatiza la coordinadora.
Lo que se llama “ecología política” es, como conceptualiza Wertheimer, un movimiento teórico, político y social que busca mostrar los problemas ecológicos no como cuestiones naturales, meramente biológicas o que pasan por actos divinos, sino que los problemas ecológicos y las distintas situaciones ambientales tienen que ver con cuestiones sociales y políticas. “Hay muchos autores que teorizaron sobre esto, pero principalmente lo tomamos también de los distintos colectivos y movimientos territoriales, como, por ejemplo, Arde Córdoba que popularizó la frase ‘Todo fuego es político’, mostrando la responsabilidad política, productiva, empresarial en la producción de los incendios. Quisimos recoger un poco esa denuncia también y así completamos el título”.
Explica la investigadora que los ejes para compilar el libro fueron, primero, pensar en la cobertura territorial de los incendios y que estuvieran representadas el área norte, centro y sur del país. Después queríamos que los distintos autores que fuimos convocando (académicos o no, pero con trabajo territorial) escribieran específicamente sobre incendios allí donde trabajaban. Son autores que tienen una perspectiva crítica, que articulan mucho con movimientos sociales, con colectivos. Entonces un requisito era ese, que tuvieran esta mirada crítica. También buscamos abordar los distintos ecofeminismos, cómo es el rol de las mujeres en la prevención de los incendios, en el combate, en el cuidado del territorio y un poco también la particularidad que termina teniendo este libro es que, en su gran mayoría, somos mujeres las autoras. Por último, otro de los ejes que quisimos que incluyera el libro es que no fueran solo autores y autoras académicos, sino incluir escritores, fotógrafos, artistas… Quisimos que el libro incluyera una amplia variedad de lenguajes para llegar a un público más amplio y para apelar a distintas subjetividades”.
Aunque el título puntualice en Argentina en llamas, la doctora en Ciencias Sociales aclara que también busca dar una mirada regional: “Por eso, uno de los capítulos transcurre en Bolivia. Queremos mostrar que el problema no es solo de la frontera nacional, sino que es regional. Lo que nos mostraron también los últimos incendios que hubo hace dos meses en Canadá, que se popularizaron y viralizaron las imágenes de Nueva York cubierta en humo y cenizas, es que los incendios se están dando con mayor intensidad y gravedad en todo el mundo. En Latinoamérica, tienen una dinámica particular que se vincula con pocos presupuestos para el combate del fuego y con el extractivismo, básicamente, con una connivencia política y de distintos tipos de grupos empresarios de usar el fuego a gran escala para distintos proyectos de expansión de la frontera ganadera o de la frontera agrícola, después para usos inmobiliarios en áreas urbanas y periurbanas, y también para fines turísticos”.
Lo que se pierde, además de todo
Como muestran los distintos autores, explica la coordinadora, cuando arrasa el fuego, las comunidades afectadas también pierden hogares, pertenencias, cultivos, ganado y mascotas. “A veces, a sus seres queridos (humanos y no humanos). Con ello, parte de su presente, de su historia y de su identidad. Con los incendios no sólo se pierde biodiversidad, sino que se pierden aspectos culturales y estándares de nivel de vida”.
En este sentido, Wertheimer hace foco en el capítulo de Julieta Quirós, de Traslasierra. “Allí los incendios no solo producen la pérdida de biodiversidad, que es lo que suelen salir a demandar las voces del ambientalismo más mainstream, sino que lo que se produce es el despojo: son los pequeños productores a quienes se les queman sus tierras, se desvalorizan, tienen que venderlas a precios viles y muchos de ellos migrar a la ciudad, lo que empeora el signo expulsivo del campo hacia la ciudad”, detalla y agrega:
“Entonces lo que dice Julieta Quirós es que lo que se produce no es sólo un ecocidio, sino un eco-etnocidio, porque no se pierde solo biodiversidad, sino calidad de vida”.
La investigadora cierra la conversación con una síntesis: los incendios, sean en la parte del país y de la región que sean, se relacionan todos con un patrón extractivista, que tiene que ver con usar el fuego -aprovechando una circunstancia ecológica y ecosocial particular, como son los años de sequía, la bajante del río Paraná, el cambio climático- para provocar grandes incendios y extender la frontera agropecuaria o usar las tierras para el cultivo o para desarrollar proyectos inmobiliarios.
Argentina en llamas no tiene desperdicios, aborda casi todas las aristas de este panorama que nos afecta a todxs. Es un complejo y necesario compilado para no dejar ningún cabo suelto, y con esto, no fingir demencia a la hora de leer la coyuntura y revisar las responsabilidades. Como escribe en el prólogo el médico Damián Verzeñassi, director del Instituto de Salud Socioambiental Facultad de Ciencias Médicas de la UNRosario: “Para comprender cómo los incendios de los montes nativos, bosques y humedales impactan sobre las poblaciones humanas, debemos analizar también los efectos sobre las demás formas de vida y elementos que coexisten en el territorio”.
Fuente: Soledad Sgarella para La tinta / Imagen de portada: Natalia Roca para Brigada Inchín.