Argentina. «Si no hubiera pasado el caso de Blas dos meses antes, a Joaquín le plantaban un arma»
El caso de Joaquín Paredes está llegando a su etapa final y está programado que, este martes, se difundan los alegatos de los abogados defensores y, finalmente, la sentencia.
Ayer, la fiscal de Cámara de Cruz del Eje, Fabiana Pochettino, dio una contundente exposición de su alegato, en el que repasó los hechos acontecidos el 25 de octubre de 2020 y pidió cadena perpetua para los cinco efectivos de la Policía de Córdoba que dispararon contra Joaquín Paredes y otros 14 jóvenes en la localidad de Paso Viejo.
La fiscal acusó a Maikel López e Iván Luna como coautores del homicidio calificado y tentativa de homicidio de seis personas más; y a los policías Enzo Alvarado, Jorge Luis Gómez y Ronald Fernández Aliendro como partícipes necesarios de estos delitos. Además, pidió para un sexto policía, el subcomisario Daniel Sosa Gallardo, una condena de 2 años por amenazas calificadas.
Durante su exposición, Pochettino relató una situación en la que no se había hecho demasiado hincapié durante el juicio: los policías quisieron ensuciar a Joaquín como intentaron ensuciar a Blas.
Cuando tuvo que dar cuenta de lo sucedido ante un superior, el subcomisario Daniel Sosa Gallardo se comunicó con el comisario inspector Romera para relatarle que un grupo de jóvenes había hecho desmanes contra la Comisaría, sin siquiera mencionar que, minutos antes, habían asesinado a un adolescente de un balazo.
El comisario Romera, ignorando la situación, le dice textual: «No quiero ningún tipo de disparos».
Recién una hora más tarde, Sosa Gallardo reconoce que había dos personas heridas y un fallecido. «Fue una bala nuestra». Romera no lo podría creer.
«Disparaban tiros. A dos manos han tirado. Han repelido la acción de los saros», dice Sosa, que asegura que los policías dispararon porque escucharon una detonación de parte de los jóvenes -sabían que lo único que justificaba que sacaran el arma y tiraran era que los otros hubieran disparado antes-.
El comisario Romera no le cree y, habiendo pasado apenas dos meses del mediático caso de gatillo fácil a Valentino Blas Correas -a quien le intentaron plantar un arma-, no se puede arriesgar. Sigue indagando y Sosa ahora asegura: «Hay un disparo de arma fuego en el móvil de Paso Viejo, en la caja de la camioneta Amarok». El policía le estaba haciendo creer a su superior que un impacto de bala de arma reglamentaria de 9 milímetros era responsabilidad de los amigos de Joaquín.
«Mmmm. No inventemos nada acá». Dice el jefe.
Y súbitamente se diluye la teoría del enfrentamiento armado.
La fiscal Pochettino dice que lamentablemente desconoce si Sosa Gallardo participó o no de la mentira, «pero esto fue una invención de una versión policial y él fue el encargado de transmitírselo a los jefes».
«Fue una de las tantas estrategias para presentar el caso como un enfrentamiento armado. Claramente, hubo un cambio en las versiones que iba dando la Policía mientras se iban descubriendo los elementos probatorios. Pero están acostumbrados a hacer eso, es sistemático y, si no hubiera pasado lo de Blas dos meses antes, que los dejó alertas, no tengas dudas de que le plantaban un arma a Joaquín», opinaron Claudio Orosz y Ramiro Fresneda, abogados de la familia Paredes.
Sosa Gallardo llegó a juicio acusado únicamente de amenazas calificadas, aunque su rivalidad con uno de los jóvenes de Paso Viejo podría haber sido el disparador de toda la secuencia que concluyó con la balacera en el dispensario.
Así lo entienden Orosz y Fresneda que, en su pedido de condena, solicitaron además que se investigue a Sosa por tormentos contra uno de los jóvenes y como el ideólogo del hostigamiento que terminó con el asesinato del joven de 15 años.
Fuente: Ezequiel Luque para La tinta. Portada: Diario Perfil.