Caso Facundo Astudillo Castro. Luchar contra gigantes
El cuarto aniversario de la desaparición forzada de Facundo Astudillo Castro encuentra a los policías bonaerenses sospechados aún sin haber sido imputados, pero con intenso movimiento en la investigación judicial a partir del análisis de los cruces de sus celulares y la respectiva geolocalización.
El trabajo encomendado por la fiscalía federal de Iara Silvestre, Alberto Gentili y Horacio Azzolín a la Dirección General de Investigaciones y Apoyo Tecnológico a la Investigación Penal (Datip) con los datos aportados por las querellas de la familia de Facundo e institucional de la Comisión Provincial por la Memoria (CPM) –que entregó casi 80 números de una treintena de policías– arrojó el registro de 213.420 geolocalizaciones. «Con la información remitida se ha podido geolocalizar los impactos de 53 abonados de interés», dice el informe al que accedió Acción.
Esto es porque los investigadores judiciales coinciden con la hipótesis de las querellas en cuanto a la responsabilidad de los cuatro uniformados que detuvieron a Castro el 30 de abril de 2020, en pleno ASPO por la pandemia de covid-19, cuando se dirigía a dedo hacia Bahía Blanca, y de otras decenas que habrían encubierto su asesinato haciendo desaparecer el cuerpo. Los restos del joven nacido y criado en la localidad de Pedro Luro aparecieron esqueletizados e incompletos el 15 de agosto de ese año en el cangrejal de Villarino Viejo. Está probado en la causa que el 8 de mayo, apenas una semana después de su desaparición, un móvil policial de Bahía Blanca salió de su radio asignado y estuvo en el cangrejal. «Se requirieron a la fiscalía instrumentos especiales para analizar el enorme volumen de los datos obtenidos, con el objetivo de avanzar con imputaciones en la causa», dice a Acción la abogada Margarita Jarque, de la CPM.
Entre las novedades de estas horas está también el testimonio de un empleado del Instituto Argentino de Oceanografía (IADO), aportado por las querellas para dar cuenta del contexto en que fue elaborado un informe de mareas, que los investigadores descartaron por «trucho». Aquel documento fue presentado en la causa para abonar la teoría de que Facundo perdió la vida de manera accidental, y así aliviar la situación de los policías Mario Sosa, Jana Curruhinca, Siomara Flores y Alberto González, entre otros y otras. Esa era la única hipótesis que activó la jueza federal María Gabriela Marrón, apartada de la causa por la Cámara de Casación en diciembre de 2021 por su «falta de imparcialidad» y por la «negación y dilación de pruebas esenciales a la investigación».
La familia –representada por los abogados Leandro Aparicio y Luciano Peretto– y la CPM denunciaron a la magistrada por estas mismas causales graves ante el Consejo de la Magistratura y la semana pasada se activó la acusación en la Comisión de Disciplina, por cinco votos contra tres, por lo cual debe preparar su descargo porque la audiencia sería en breve. Por otra parte, fue suspendido el concurso en el cual Marrón se postulaba para ascender a camarista de La Plata. «Pudimos levantar esa denuncia que habían cajoneado, y también logramos frenar su ascenso, que era como un premio al mal desempeño, la estaban por ascender a camarista a esta jueza que hizo todo mal, para que siga embarrando causas, sigan desapareciendo pibes y ella no siga investigando», expresa a Acción Cristina Castro, madre de Facundo. «Al principio les salió bien, podían actuar bajito a espaldas de todos, pero se les cayó la careta, gracias a la CPM, a Adolfo Pérez Esquivel, a quienes están pendientes y apoyan la causa de Facu», agrega.
La mamá de «Kufa» –como le decían a este joven de 22 años que tocaba en la Batucada del pueblo, asistía al Semillero Cultural y era parte del programa Jóvenes y Memoria– volvió a trabajar a los galpones de empaque en estos meses de temporada de cebolla porque la plata no les alcanza. «Es a lo que nos ha obligado Milei, encima no es solo que te pagan mierda, están todos detonados y locos, el país se fue al carajo», comenta, y se le nota la bronca. Sobre la investigación por la desaparición forzada de su hijo, tal como está caratulado el expediente, Cristina detalla: «Estamos tratando de tener un mejor panorama del cruce de llamadas que se hizo, de ciertos personajes que son los responsables de la desaparición y muerte de Facu. También estamos llevando nuevos testigos, siempre aparecen. Para decir una mentira hay que tener muchos cómplices, y algunos se están bajando».
«Por todos los pibes»
Cristina Castro trabaja en la estación de servicio Shell de Pedro Luro. Hace un alto en su turno para reflexionar sobre estos cuatro años. «La ausencia de Facu la vivimos todos los días, nos hace falta. Sabemos que está en un cementerio, a veces nos planteamos si seguir peleando, los ánimos se bajan. Por Facu quiero justicia para que descanse en paz, pero ahora es por todos los pibes, para que todos abran los ojos y saquemos a estos asesinos de las calles, están expuestos los hijos de todos», dice.«Llega abril y me cuesta hasta pensar. Este 30 tengo el corazón en pedacitos, en estos días abrazo a los míos y poder llorar a mi hijo en paz; para tratar de hacer un duelo, pero no puedo salir adelante si mi vida quedó en pausa». Ella reconoce que sabían que sería un camino largo, pero cree que este año habrá alguna respuesta. «¿Por qué mataron a Facu? ¿Por qué lo desaparecieron? Este aniversario nos encuentra peleando contra los gigantes, se ha puesto todo más difícil, pero vamos a seguir, no vamos a bajar los brazos nunca».
Cristina admite: «Antes no podían entender de dónde sacaban las fuerzas las Madres de Plaza de Mayo, y hoy me pasa a mí y ahora las entiendo. Hoy te matan un pibe por nada y algunos en las redes siguen defendiendo esas acciones». Cuando habla de sus nietas le cambia el tono de voz. La mayor de 10 vivió muchas cosas con su tío Facu, pregunta todo el tiempo. La más chica se parece a Facu en el carácter. «Cuando la llevamos al jardín nos cruzamos con los amigos y familiares de estos asesinos, tratamos de hacerlo con entereza, a nosotros nos arrebataron lo más preciado. Vamos con la frente en alto, son ellos los que tienen que dar respuesta», afirma.
Luro
El pueblo de Kufa cambió, y muchos de sus amigos se tuvieron que ir a vivir a otro lugar. «Uno se fue del país, hubo persecución y sigue sucediendo. El Semillero Cultural no se volvió a formar, uno de los chicos trabajaba en el Anses y lo despidieron. Ellos por ser de La Cámpora fueron más atacados», relata Cristina. Ella y uno de sus abogados, Peretto, integran la comisión directiva del club Villa Obrera. «La estamos guerreando porque nos clausuraron la cantina por decreto del intendente (de Villarino, Carlos Bevilacqua), nos hacen pagar multas, era un club en quiebra que ahora tiene muchas actividades. Pensé irme para que no los sigan atacando, pero la comisión dijo que no. Parece que a nivel municipal me quieren ver encerrada en mi casa o que no viva más», explica.Para ella, «los Gobiernos pasan, los muertos quedan, y cada vez nos hacen más pelota al pueblo argentino, pagamos todos por un voto castigo. Encima nos quieren sacar la educación pública, nos están acorralando para que seamos esclavos. Hay que ponerse de pie como en la marcha universitaria. Yo no terminé el secundario, pero quiero que mis nietas sigan estudiando».
Revista Acción.