La Navidad no es una postal ni un gesto ingenuo, tampoco una tregua neutral en medio de un mundo herido. Es, ante todo una escena profundamente política, la decisión de Dios/x de nacer lejos del centro, en un cuerpx vulnerable, en una familia desplazada y acechada bajo la sombra del imperio. Desde nuestra mirada comunitaria, creyente y cuir este nacimiento no busca tranquilizar, sino incomodar, desarmar y convocar a la acción colectiva.
El relato navideño es transgresor porque rompe el esquema de poder establecido y lo que emerge es un pesebre improvisado, junto a María una mujer que desafía mandatos, y José un varón que aprende a cuidar fuera del mandato patriarcal y pastorxs – lxs marginales de aquel tiempo- como primerxs testigxs. Dios/x no se encarna en la norma establecida, sino en la intemperie. Esta elección resuena hoy en las vidas cuir, travestis, trans, pobres, migrantes y racializadxs, cuyas existencias siguen siendo cuestionadas y perseguidas, pero también organizadas y resistentes.
Durante mucho tiempo, la Navidad se ha utilizado para suavizar el conflicto, imponer silencio ante la injusticia o invocar una paz que ignora la violencia estructural. Sin embargo, el Evangelio no anuncia una paz sin memoria, sino una paz peligrosa para el poder dominante, la que emerge cuando los que han sido postergado en sus derechos recuperan su dignidad y la vida se organiza para resistir los proyectos de muerte. La paz es fruto de la justicia y es nuestra proclama cotidiana.
Creemos que la Divinidad de muchos nombres sigue naciendo en los márgenes, en las comunidades que sostienen la vida que el mercado descarta y el estado abandona, en las casas de puertas abiertas, en los comedores barriales, en las organizaciones territoriales y en las espiritualidades transfeministas y cuir que rechazan la falsa dicotomía entre fe y militancia. Dios/x nace en la rabia digna organizada, en la ternura rebelde que no se rinde, en cada abrazo y en cada lucha compartida en comunidad.
Celebrar la Navidad hoy implica preguntarnos qué pesebres estamos dispuestxs a habitar y a qué seguridades debemos renunciar para que la vida nueva ocurra. También nos invita a cuestionar a qué Herodes denunciamos cuando los discursos de odio se disfrazan de libertad o neutralidad. Nos convoca a no callar nuestra voz ante las injusticias y a construir espacios donde la vida florezca en diversidad y dignidad.
Hoy elegimos una Navidad que no niega el dolor, sino que lo abraza comunitariamente; que no promete salvaciones individuales, sino procesos colectivos de liberación, que convocan alñ. encuentro para conspirar siempre a favor de la vida plena para todxs.
Iglesia Pentecostal Dimensión de Fe en IADLA.
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