El viernes 25 de marzo un efectivo de la Policía Federal, Antonio Gustavo Boland asesinó a su pareja Susana Muñoz. El lunes, el sargento del Ejército, Elías Funes mató a su expareja Marianela Vega Merino. Ambos se suicidaron luego de cometer los crímenes utilizando sus armas reglamentarias.
Los casos pusieron nuevamente en debate la portación de arma reglamentarias fuera del horario de servicio, por parte de miembros de las fuerzas de seguridad
Rápidamente desde el gobierno pampeano recordaron en los medios de comunicación el decreto Nº 37, firmado por Sergio Ziliotto, mediante el cual se dispuso que los agentes de Policía «deberán proceder a la entrega inmediata del arma reglamentaria» por diversas situaciones, entre ellas «ante denuncias sobre situaciones de violencia de género o familiar». También deberán hacerlo «cuando revistan en situación de pasiva, sin distinción de causa o motivo y encuadre legal de la misma», y cuando existan «afecciones psicológicas y/o psiquiátricas, previa certificación emitida por profesional competente». Según datos aportados en este sentido por el Ministerio de Seguridad, entre la firma del decreto y enero 2022 -exactamente un año- se retiraron 58 armas a efectivos denunciados por casos de violencia de género o familiar.
Sin embargo los femicidios continúan, dando cuenta de la falta de políticas integrales en materia de prevención y erradicación de la violencia de género y en el abordaje de ésta problemática social que provoca una muerte de una mujer y disidencias sexogenéricas cada 26 horas, según datos aportados por un informe del Observatorio “Adriana Marisel Zambrano”.
El lunes las organizaciones feministas se convocaron en la Plaza San Martín en la capital pampeana para expresar su rabia y exigir justicia. «Dos femicidios en los últimos tres días es la prueba de que el Estado no solo no acompaña, no previene y no da los presupuestos necesarios, no declaran emergencia, sino que los provoca con las armas que ponen a disposición de las fuerzas de seguridad», afirmaban en la convocatoria.
“Queremos que el dolor sea rabia que arda en la plaza central. Que sea un abrazo para las familias de las mujeres asesinadas. Que sea un encuentro entre nosotras y nosotres para tirar al patriarcado y que el miedo arda”, finalizaron.
Fuente: ANRed.