El Pentecostés que derriba las barreras
“Cuando llegó la fiesta del Pentecostés,
estando juntxs, vino un viento fuerte sobre ellxs”
Hechos 2:1a
//Ruah, Ruah, aliento de Dios en nosotrxs,
Ruah, Ruah, Espíritu de nuestro Dios//
Canto de Aim Kerim
Es Pentecostés para los judíos la fiesta de las Cosechas, se recoge lo que se ha sembrado, a pesar de todas las circunstancias adversas que se hayan tenido para que esa cosecha llegue a buen fin. Es Pentecostés para el pueblo liberado de la esclavitud de Egipto, La Fiesta de las Semanas, la entrega de los mandamientos en el Sinaí, los que guiarían la vida en el desierto, mientras aprendían a ser responsables de sí mismos, y se convertían en pueblo de Dios. Es Pentecostés para nosotrxs y lxs creyentes en Jesús, el regreso de la Fuerza Femenina de Dios, la Ruah (soplo, aliento, viento, fuerza y que en hebreo es femenina), por cuyo aliento Adán vio al vida, la Ruah que confabuló en Colectivo junto al Padre y al Hijo, la que solo sabe ser en Comunidad, la que anima desde abajo y desde adentro.
El texto de Hechos 2.2, dice: “Estando juntxs sobrevino un gran viento sobre la casa donde se hallaban aquellxs que habían creído en Jesús” era la Ruah viniendo y no podía hacerlo de otra manera, sino siendo ella misma, recordándose a ella misma, y recordándonos que el tiempo de la Ruah se inauguró para siempre, que la historia de Jesús no terminó, crear comunidad, colectivas y cuyo procesos permite que siga viva su fe contracorriente, capaz de convocar gentes de todas las naciones, todos los lenguajes y todas las historias, esa, la fuerza irresistible de construir comunidad con quienes no cuentan, a quienes hoy llamamos “ningunxs”.
Ella viene a derribar todas las barreras que impiden recrear una nueva humanidad, nos invita al disfrute, nos recuerda, cobijar, abrazar, amasar, tocar, sentir, apapachar, cuidar y proteger la vida de las personas en todas sus formas, es ahí en ese sentir que podemos comprender su presencia través del fuego, “Como lenguas de fuego sobre sus cabezas” su figura nos inquieta a calentar los cuerpo a través de la juntanza, del alimento, de empujar la esperanza en medio del caos en que hoy vivimos.
Viene a recordarnos el poder de ser comunidad que tienen lxs desarrapadxs, lxs empobrecidxs, lxs hambrientxs sin pan, y lxs sin techo ni tierra, nos muestra su presencia amorosa en los des-lugares, en aquellos territorios que han sucumbido al horror de las masacres, las desapariciones, la violación de los derechos humanos en nombre de las “democracias de unos cuantos”, viene a incitarnos a ser verdaderxs mensajerxs de Jesús/Dios(x), a subvertir el orden establecido por la vía de las armas y del miedo, a recordarnos que Jesús/Dios(x) irrumpe en la historia y rompe las estructuras a través de las cuales le han definido, viene a decirlos qué es capaz de hacer, Jesús/Dios, cuando se ha dado a sí mismo, y allí ha hecho una opción preferencial por lxs empobrecidxs.
Viene a recordarnos que Jesús/Dios(x) incluye de manera radical, sin miramientos, a las mujeres, a la que había tenido muchos maridos, al cobrador de impuestos, a los pescadores iletrados, los pórticos de lxs enfermxs, eran uno de sus des-lugares favoritos.
Viene a decirnos que la praxis de la iglesia hoy pasa por la responsabilidad social y política, la defensa de los derechos humanos, la atención a nuestrxs hermanxs migrantes, por la denuncia de las atestadas cárceles llenas de hambrientxs de dignidad y de opciones.
Viene a decirnos que es el tiempo del discernimiento y lo que necesitamos saber puede estar en boca de las juventudes negras, indígenas, campesinas, desescolarizadas, desnutridas, descalzas, harapientas, desarraigadas, desaparecidas, torturadas, perseguidas, excluidas, humilladas, marginadas, cual lo fuera Jesús/Dios mismo ante aquel Imperio Romano que tembló ante la fuerza de su convicción,
Viene a preguntar si comprendemos este Kayros (el signo de estos tiempos) y si nuestra forma de ser, sentir, creer, hacer y construir Comunidad es acorde con lo que este tiempo necesita.
Que este nuevo Pentecostés que hoy celebramos, esté a la altura de la palabra profética que el pueblo espera y clama, que en nuestras Comunidades de Fe el centro y el discernimiento sea el mensaje de amor y entrega de Jesús/Dios(x).
Amén.
Rita Fidelia Gómez Orta
Rvda. Obispa de la Iglesia Antigua de las Américas
Diócesis de Colombia