Noticias | mayo 30, 2024

Israel responde a la Justicia internacional con más genocidio y convierte Gaza en un infierno


El desafío de Israel a la comunidad internacional no tiene límite, como tampoco su desprecio a la vida de los civiles palestinos. El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, respondió este lunes a las demandas de la justicia internacional para que detenga el genocidio palestino con el bombardeo de un campamento de desplazados en el noroeste de Rafah, que dejó al menos 45 víctimas mortales. Otros ataques en Gaza causaron en el último día casi 200 muertos.

«Gaza es el infierno en la tierra. Las imágenes de la pasada noche son otra prueba de ello», denunció en la red social X (antes Twitter) la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA). La organización humanitaria calificó como «aterradores» los bombardeos sobre familias enteras que habían buscado refugio en un área designada por los propios israelíes como «zona segura», pero donde los militares habían supuestamente localizado a dos líderes guerrilleros de Hamás.

El resultado fue una matanza que desbordó incluso los elevados límites de crueldad que ha mostrado día tras día el Ejército israelí en los casi ocho meses de guerra contra los palestinos de Gaza.

El desprendimiento de tierra que ha sepultado parte del poblado Kaokalam, en la provincia de Enga, en Papúa Nueva Guinea, a 24 de mayo de 2024.
Un desprendimiento de tierra en Papúa Nueva Guinea deja más de 2.000 personas sepultadas

«Horrorizado», afirma Borrell
«Horrorizado por las noticias que llegan de Rafah sobre ataques israelíes que matan a decenas de desplazados, incluidos niños pequeños. Lo condeno en los términos más enérgicos», afirmó el alto representante para Política Exterior de la Unión Europea, Josep Borrell, en la red social X cuando empezaron a llegar las noticias sobre la matanza de Rafah.

Y reiteró lo que rotundamente desde la ONU y parcialmente desde algunas instancias de la UE (caracterizada por la desunión sobre esta guerra) se viene subrayando: «No hay ningún lugar seguro en Gaza».

Son ya más de 36.000 los palestinos asesinados y 81.000 los heridos en la guerra de venganza lanzada por Israel el pasado 7 de octubre en respuesta al ataque terrorista de Hamás contra su territorio, donde masacró a 1.200 israelíes y capturó a 250 rehenes.

La Franja de Gaza ha quedado devastada y sus principales ciudades reducidas a ruinas y cenizas. Bajo sus escombros, otros 10.000 cuerpos permanecen enterrados. La inmensa mayoría de los asesinados por las bombas israelíes son mujeres y niños.

Pero ni las presiones internacionales, ni siquiera por parte de Estados Unidos, el mayor aliado de Israel, ni la demanda de la Justicia internacional han apartado a Israel de este camino de destrucción, liderado por Netanyahu y su Gabinete de Guerra formado por ultranacionalistas y extremistas religiosos contrarios a la existencia de Palestina como estado.

La matanza de Tal al Sultan
El peor ataque de las últimas horas ocurrió en el barrio de Tal al Sultan, en el noroeste de Rafah, la última ciudad palestina en pie y que ahora es atacada por Israel. Esa zona aún no había sido evacuada por las fuerzas israelíes, que buscan en esa urbe del sur de Gaza los últimos bastiones de Hamás.

El asedio y asalto de Rafah comenzó el 6 de mayo y desde entonces han sido evacuadas un millón de personas del millón y medio que estaban allí refugiadas. La mayor parte de ellas se encuentran ahora, sin apenas medios de supervivencia, en los campamentos de Al Mawasi, cerca de Jan Yunis, otra ciudad ya arrasada por la invasión israelí.

Sobre Tal al Sultan, los israelíes señalaron que fue una operación «con munición precisa y basada en inteligencia precisa» contra dos comandantes de Hamás allí refugiados. En un testimonio recogido por la agencia de noticias Reuters, uno de los supervivientes heridos ofreció un testimonio muy diferente.

«Los ataques aéreos quemaron las tiendas de campaña, las tiendas se empezaron a derretir y dentro de ellas los cuerpos de la gente también se derritieron», por el efecto de las bombas lanzadas por los aviones de Israel, dijo el testigo.

Sobre esta masacre, Netanyahu se limitó a señalar que fue «un trágico percance» que será investigado. Horas después fue más duro y dijo que llevará la guerra en Gaza hasta el final. «Si nos rendimos, le daremos una tremenda victoria al terrorismo, a Irán, a todo el eje del mal y a todos aquellos que buscan nuestras vidas», afirmó ante el Parlamento israelí.

Estados Unidos calificó el ataque como «devastador» e instó a Israel a «proteger» a los civiles, pero manifestó su comprensión ante «el derecho» israelí a buscar y eliminar a los milicianos de Hamás.

Los israelíes alegan que este ataque demoledor de la aviación cargada con bombas de más de una tonelada, capaces de derruir cualquier edificio de viviendas y además incinerar a sus habitantes, fue la respuesta al lanzamiento por Hamás de ocho cohetes desde ese mismo lugar y contra el centro de Israel. Un ataque que no causó ni muertos ni heridos ni daños graves.

La sangrienta respuesta de Netanyahu a la Justicia internacional
Más correcta parece la apreciación de que esta ofensiva mortal israelí en Rafah y otros puntos de Gaza es la respuesta de Netanyahu y sus ministros extremistas a la orden que este viernes pasado dictó la Corte Internacional de Justicia (CIJ), el más alto tribunal de la ONU, cuya sede está en La Haya.

La CIJ exigió a Israel «detener de inmediato la ofensiva militar» en Rafah a fin de evitar «la destrucción física» de los palestinos de Gaza y ante «el riesgo de genocidio» por la guerra.

Asimismo, se conminaba a Israel a garantizar el acceso a la Franja de expertos internacionales que puedan investigar las denuncias sobre genocidio. Ya en enero se abrió un proceso al respecto con una denuncia de Sudáfrica.

También la semana pasada, el fiscal jefe del Tribunal Penal Internacional (TPI), Karim Khan, pidió a los jueces de esta corte de justicia que emitieran órdenes de detención contra Netanyahu y su ministro de Defensa, Yoav Gallant, por la comisión de crímenes de guerra y de lesa humanidad en Gaza.

El destino de los rehenes más incierto que nunca
El ataque a Tal al Sultan no fue un incidente aislado. Fue el acto más grave, pero hubo otras operaciones en toda Gaza desde el domingo, que dejaron al menos 192 muertos. Así, en el centro de la Franja, los israelíes bombardearon el campo de refugiados de Nuseireat y un refugio de la UNRWA en Deir al Balahen.

En el norte de Gaza, fue atacada de nuevo la zona de Yabalia, donde el viernes las fuerzas israelíes recuperaron los cuerpos de tres de los secuestrados el 7 de octubre que permanecían en poder de los milicianos de Hamás.

Muchos de los 130 rehenes aún en manos de Hamás pueden haber muerto, por eso crecen las protestas en la sociedad israelí para encauzar una negociación que permita liberar a los secuestrados vivos y recuperar los cuerpos de los muertos.

Pero tal negociación parece ya una farsa a la que Netanyahu está jugando para ganar tiempo y acallar la presión internacional y dentro del propio país.

Egipto y Catar, países que están mediando desde noviembre pasado para alcanzar una tregua y que en ese mes lograron un alto el fuego de una semana que no se ha repetido, fueron de los primeros en condenar el ataque israelí al campamento de desplazados de Rafah.

El Cairo calificó el bombardeo de Tal al Sultan como «deliberado», una «continuación de los ataques a civiles indefensos y de la política sistemática para ampliar el rango de las matanzas y la destrucción de la Franja de Gaza hasta hacerla inhabitable». Es decir, la estrategia extremista de Netanyahu.

Muere un militar egipcio tiroteado por soldados israelíes
La tensión entre Egipto e Israel es muy alta en torno a esta guerra, sobre todo después de que las fuerzas israelíes tomaron este mes bajo su control la frontera en torno a Rafah.

Este lunes, se produjo una escaramuza entre soldados israelíes y egipcios en ese límite y al menos un militar egipcio murió en el tiroteo resultante, un incidente muy grave y sin precedentes en los casi ocho meses de guerra en Gaza.

El Cairo teme que la presión israelí sobre los cerca de 2,4 millones de gazatíes desemboque en avalanchas humanas y que cientos de miles de personas crucen la frontera entre Gaza y Egipto, como piden algunos de los halcones del Gobierno de Netanyahu.

El Gobierno catarí agregó su preocupación de que el ataque de Rafah «complique los esfuerzos de mediación e impida el logro de un acuerdo para un cese al fuego inmediato y duradero en Gaza que permita el intercambio de rehenes y prisioneros».

Si entran los tanques en Rafah, será el final
Los cataríes, que han visto frustrada una y otra vez su mediación por un mínimo acuerdo entre los islamistas de Hamás y los israelíes, han instado a la comunidad internacional a actuar «de forma urgente para evitar un genocidio, proteger a los civiles palestinos y evitar que las fuerzas de ocupación israelíes ejecuten sus planes de obligar a los gazatíes a desplazarse de su ciudad», en referencia a la asediada Rafah.

Los carros de combate israelíes se mueven actualmente por los suburbios desalojados de Rafah, pero no han entrado en el núcleo de la ciudad aún. Si lo hacen, la ciudad estará irremediablemente perdida y pronto comenzará la destrucción sistemática de los edificios por la artillería y la aviación israelíes.

Es difícil que a estas alturas se alcance una tregua permanente, como abogan cataríes, egipcios e incluso los negociadores estadounidenses. Pero a Hamás no se le escapa que la amenaza de Netanyahu de tomar Rafah es real, así como su compromiso para detener la guerra solo cuando haya sido aniquilado el último combatiente de esas milicias palestinas.

publico.es

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