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🇩🇪 En el siglo XVI, la Reforma Protestante marcó un antes y un después en la historia del cristianismo. Con la voz profética de Martín Lutero, Juan Calvino, y tantas comunidades que se atrevieron a desafiar los poderes religiosos de su tiempo, se proclamó que la gracia de Dios es gratuita, que la Biblia pertenece al pueblo, y que todas las personas pueden tener una relación directa con Dios. Aquella Reforma fue, sobre todo, un grito de libertad espiritual y de justicia, un despertar que buscó devolverle al Evangelio su fuerza transformadora.

🇩🇪 Muchos siglos después, en los comienzos del siglo XX, otro soplo vino a sacudir los cimientos de las iglesias: el movimiento pentecostal. Surgido entre lxs pobres, lxs racializadxs, las mujeres, lxs sin poder ni reconocimiento, el pentecostalismo no nació de los libros ni de las academias, sino del encuentro vivo con el mover del espíritu, la divina Ruah.

🇩🇪 Desde la calle Azusa en Los Ángeles, pasando por los barrios populares de América Latina, ese mover del espíritu se fue expandiendo, recordando que la divinidad de muchos nombres sigue hablando hoy en lenguas de pueblo, de lucha y de esperanza.

🇩🇪 El pentecostalismo como movimiento es heredero y continuidad de ese soplo reformador, pero lo traduce con el lenguaje de los pueblos del Sur, de las periferias, de las resistencias cotidianas.

🇩🇪 Si la Reforma recuperó la Palabra, el pentecostalismo recuperó el mover del espíritu. Si Lutero proclamó la gracia, nuestros cuerpxs pentecostales proclaman la presencia. Si la Reforma dijo que toda persona puede hablar con Diosx, el pentecostalismo afirma que Diosx también habla a través de toda persona.

🇩🇪 Somos parte de la Reforma, porque seguimos creyendo que la fe no puede ser un privilegio, sino una práctica de justicia y comunión. Porque denunciamos los poderes que oprimen y anunciamos el Reino que libera. Porque en nuestros cantos, en nuestras lágrimas, en nuestras manos extendidas, la divina espíritu sigue soplando sobre toda carne, como promesa de vida plena para todxs.

🇩🇪 La Reforma no terminó, hoy vive en las calles, en las casas de oración, en las comunidades que resisten, en cada mujer lideresa, pastora, obispa, en cada joven que sueña, en cada pueblo que se levanta y dice: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar buenas noticias a lxs pobres.”